➳ Capitulo 22 - Una noche más.

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A la mañana siguiente, Anne ni siquiera podía levantarse de la cama. Sentía sus piernas adormecidas, cómo su estómago se consumía a sí mismo mientras su abdomen sufría miles de puñaladas. Su cabeza estaba por explotar, se encontraba mareada, y con nauseas. Estaba viviendo el infierno mismo.

-Anne, sabemos cuál es la manera de acabar con el dolor. Déjame quitar la marca, es el punto de origen de todo - informó Lucia, dejando un plato de sopa a su lado-. Déjanos ayudarte.

Hizo el ademán de acercar su mano a su cuello, pero la cazadora la sujeto por la muñeca, presionándola a tal punto en que la Beta no podía safarse con facilidad, logrando una mueca de dolor
en su rostro.

-Te lo advierto, vuelve a intentar tocar mi marca y verás que no eres la única que puede morder, perra -era su cuerpo quien hablaba por ella, dejando ir de una buena vez a su hermanastra.

La joven se apartó con una mirada de terror plasmada en el rostro, masajeando su muñeca dolorida con su otra mano.

Salió dando un fuerte portazo.

Esperaba que Normani logrará llegar a tiempo, le dio el nombre de la manada y algunas indicaciones.
La desventaja según le dijo, sólo podría viajar de noche, y eso claramente era un problema.
El sonido de la puerta se volvió a escuchar, pero con la diferencia de que Sahara fue quien entró.
Ganándose una pequeña parte de atención entre el dolor que abarcaba la mente de Anne.

-¿Qué? ¿También vienes a intentar quitar mi marca? - cuestionó a la defensiva.

La chica rió, negando con la cabeza y sentándose en el suelo a un lado de la ojiverde. La alfombra se veía muy suave, o eso la hacía parecer Sahara cuando la frotaba entre sus dedos.

-Sólo quería contarte un chiste.

Anne puso los ojos en blanco, pero aún así no se negó.

-¿Porqué un naufrago se pone a llorar y gritar en medio del océano? -preguntó, apretando los labios para no sonreír. Anne se encogió de hombros, olvidando momentáneamente el dolor en su cuerpo-. Para desahogarse.

Y aunque no fue el mejor chiste del mundo, la castaña sonrió. Admiraba la forma en que Sahara hacía el esfuerzo por levantarle el ánimos y distraerla.

Era una chiflada, pero una divertida.

-Tu marca es muy linda -halagó, mirando con anhelo el cuello de la humana-. ¿Dolió?

Por alguna razón, Anne no sentía a Sahara como una amenaza. Sí alguien más estuviese mirándola de la forma en que esa chica la mira, podría sentirse cohibida o molesta, pero no con Sahara.

-Sólo cuando sus dientes perforaron mi piel
-explicó con una mueca de dolor en su esfuerzo para mirar a la rubia-. Después es cómo si estuvieras en el lugar más seguro del planeta. En el lugar correcto.

Ambas compartieron una sonrisa cómplice.

-Lo haces sonar cómo si fuese... mágico.

-Lo es -aseguró en un susurró de forma conciliadora, melancólica-. Es lo más mágico que he experimentado en mi vida.

-Pero... si tanto te gusta sentirte así...
¿Porqué te rindes ahora? - cuestionó confusa.
Sahara no sonaba molesta, tan solo parecía no comprender-. Esa tal Marcy seguro ah de estar buscándote como loca, ¿sabes? Y no me parece lógico que tú intentes matarte de hambre antes de que ella llegue.

Anne puso los ojos en blanco, impresionada por las palabras de la rubia. Sahara hizo un gesto con la cabeza hacía la sopa que Lucia había dejado en el mueble a su lado, y Anne no encontró más remedio que comenzar a comer.

Luna | marcanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora