➳ Capitulo 29 - Sin salida.

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No sabía con exactitud que era lo que sentía, pero lágrimas bajaban por sus mejillas, era como sí su corazón estuviera siendo estrujado en un puño. La esperanza de recuperar esa relación que creía perdida con su madre, a la que comenzaba a aferrarse, se la habían arrebatado de las manos. Se volvió inalcanzable.

Marcy no había dicho palabra alguna, y realmente lo agradecía. Su Alpha se dedicaba a abrazarla durante todo el camino, acariciarla, y sus besos en la marca eran de gran ayuda para mantener un poco de cordura. Decidió cerrar los ojos y recostarse contra el pecho de Marcy, aspirando profundamente su embriagante aroma.

La idea de tener que volver a Cold Moon le parecía casi irrisoria. La imagen de ver el cuerpo de su madre, rígido y pálido, la atravesaba como un sablazo. Luchaba por evitar desmoronarse, pues quien también se encargaba de no dejarla caer era
Marcy: pero sabía que una vez todo se volviera tan real como estar de frente a los hechos, se cegaría completamente.

Quería culpar a Lucia por no decirle la verdad, de que en realidad su madre estaba condenada desde que Sahara asesinó a David. Pero sabía que seguramente guardaba la esperanza de que posiblemente no terminara de esa manera. Le gustaría haber estado ahí hasta el final. Le gustaría haber dicho demasiadas cosas que jamás pudo.
Recordaba ese brillo en sus ojos cuándo recibió su perdón, pensando en un futuro juntas que claramente nunca tendrían. Tal vez las cosas eran así, aunque todo pareciera caerse a pedazos, quizá sólo caían en su lugar.

Pero por ahora le era permitido desahogarse.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero al sentir el ajetreo de la camioneta detenerse, dedujo que ya era hora.

-Llegamos, Luna -se abrazó con más fuerza a Marcy, asustada por levantar la mirada-. Anne
-insistió la Alpha, besando con gentileza su cabeza.

-De acuerdo -susurró. A Marcy se le apretó el corazón al oír su voz tan apagada, con ojos enrojecidos. Y al bajar del auto, en ningún momento la soltó.

Se cubrió con su mano libre la boca y nariz, evitando respirar el olor que abundaba en el aire.
Insoportable. Todo parecía haber estado en llamas, cada casa, cada rincón, se empezaba a reducir a cenizas. Aún había familias, que parecían intentar rescatar algún objeto valioso de los restos de lo que alguna vez fue su hogar, o refugiarse del frío. Niños y mujeres con la ropa rasgada, algunas heridas y quemaduras, cubiertos de hollín.

Las lágrimas comenzaban a escocerle los ojos, y conforme avanzaban a paso lento y decidido hacía la casa del Alpha, la neblina se dispersaba. Los ojos se posaban en ellos, algunos reconociendo a Marcy. Estaban siendo escoltadas por alrededor de quince, o quizá veinte licántropos. Entre ellos se unieron Sasha, Maddie, y Normani. Lucia ni siquiera quería volver a poner un pie ahí.

-Darcy -siseó Marcy con odio, apretando la mandíbula.

Entrar a la casa no fue menos reconfortante, todo estaba destrozado: como sí una jauría de lobos le hubiese pasado encima. Literal. Los tapizados de las paredes estaba rasgado, los muebles, sillas, el gran comedor, todo volcado. Los restos de jarrones, algunos cuadros, y espejos cubrían el suelo.

-Con cuidado, Alpha -advirtió uno de los guardias-. Nosotros revisaremos el primer piso. Keaton y cinco hombres más la acompañarán arriba.

Marcy asintió, apenas dirigiéndole una mirada.
Estaba más enfocada en tranquilizar a su Luna, y cuidar de que ésta no sufriera ningún accidente con todos los restos filosos en el suelo.

Las piernas le temblaban con cada paso, las empezaba a sentir de gelatina. Su espalda estaba empapada por sudores fríos. No podría hacerlo, se estaba volviendo todo tan real. Jamás se imaginó encontrarse en ésta situación.

Luna | marcanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora