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Desde que Kaltenecker había aparecido en su vida como un regalo al comprar un videojuego en el mercado galáctico, Lance había encontrado cierta calma y familiaridad cada que la visitaba, haciéndole recordar al hogar que había dejado atrás al comenzar esta travesía.

Fue divertido ver el impacto y casi horror plasmarse en las facciones de sus dos aliados alteanos al descubrir cómo se "obtenían batidos" del animal, pero tras un par de quintantes explicándoles que no era nada malo y que la vaca no sufría ninguna especie de maltrato, Allura y Koran volvieron a recibir con gusto el único alimento humano que Lance podría brindarles, aunque aún mantenían cierto recelo.

Había tratado de medir la reacción de Lotor al respecto (y tal vez divertirse un poco del horror que pasaría el príncipe galra) pero para su decepción, el híbrido solo había hecho un comentario halagador sobre la bebida y otro más indiferente sobre las raras y primitivas costumbres terrestres. Para salir de la situación, Lance solo se encogió de hombros, alegando que eso era algo natural en su planeta.

Ahora, mientras ordeñaba a su preciada amiga vaca, parte de esa acogedora paz se había desvanecido. Ya no lo hacía con la misma sonrisa o tarareando alguna vieja canción al azar que solía escuchar en la radio mientras vivía en Cuba, sino que lo hacía en silencio o desvariando sobre sus sospechas actuales.

Más bien, de aquello que pasaba cada vez que cerraba los ojos y se sumía al mundo de la inconsciencia.

La última vez que verifico las ubicaciones de sus compañeros (una costumbre que solo su preciada Kaltenecker sabia a ciencia cierta que lo hacía), Pidge y Hunk estaban en el hangar de Green, posiblemente discutiendo sobre configuraciones de sistemas, Allura estaba en las pistas de naves alteanas acompañada de Lotor (por lo que podía apostar), Koran estaba en los paneles centrales del Castillo y Shiro en la sala de entrenamientos.

Podía ser el menos listo de su equipo, aun no dominar en su totalidad el lenguaje alteano y sufrir constantes contusiones en sus entrenamientos nocturnos, pero no era un idiota. Era básicamente un requisito no serlo para entrar en Garrison, y siempre se enfocó más en pilotaje porque era su sueño, pero era lo suficientemente inteligente como para planificar planes sobre la marcha, o considerar una rutina de verificación a sus compañeros para asegurarse de que ninguno corriera peligro. Una costumbre que fue adquiriendo conforme Lotor pasaba más tiempo en el Castillo de los Leones.

En lo personal, le hubiera gustado que todos los paladines contaran con algún comunicador adicional, fuera de solo los que portaban sus trajes o los altavoces en la nave, para usarlos en casos de emergencia. En una ocasión trato de hablar de ello con Pidge, pero la chica de una forma muy poco amable le había dicho que no era algo útil y mejor hiciera otra cosa además de molestarla.

Las puertas del salón se abrieron, y Allura le veía con una línea de preocupación en sus hermosos ojos matizados. ¿En qué momento dejo a Lotor y como sabía dónde estaba?

- Koran me dijo que llevabas vargas aquí, ¿está todo bien, Lance? - El moreno tarareo en reconocimiento, sin responder realmente la pregunta. Ahora su santuario de soledad con una vaca había sido ultrajado.

- Lance... - En cuanto la mano de la princesa hizo contacto en su hombro derecho, el moreno siseo incómodamente, soltando a Kaltenecker y rehuyendo del tacto de la albina. Allura retrocedió en cambio, sorprendida por la reacción.

- E-Estoy bien, solo creo que se me acalambro el brazo... - Explico escuetamente, mientras movía la extremidad fingiendo recuperarse del calambre, gritando internamente por el dolor que, en cambio, le causaba.

- Lance. - Allura reprocho con seriedad, cruzando los brazos sobre su pecho. Insistiendo con la mirada.

- Fue un pequeño golpe mientras entrenaba. - Expuso de vuelta, tratando de restarle importancia. Se agacho para tomar el balde de leche recién ordeñada y comenzó a caminar fuera de la habitación de su amiga terrestre, tratando de huir del escrutinio de Allura. Pero por supuesto que la mujer no se iba a tragar esa respuesta y ser dejada atrás, claro que no. Por qué Allura lo siguió por cada pasillo, hasta llegar a la cocina.

El Verdadero Paladín Negro - VOLTRON-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora