Caerte en una fuente a las dos de la mañana con una persona que ni conocías era la cosa más vergonzosa que le había pasado a Izuku, pero aquel encuentro desencadenaría muchas cosas
Tanto buenas como malas y todo por una boda y unos ojos azules.
Dab...
Así que elige tus últimas palabras esta es tu última oportunidad porque tú y yo nacimos para Morir.
Lana del rey - Born to die.
Nacimos para morir, el final.
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Dabi estaba conduciendo tranquilamente hasta su apartamento, el pecoso a su lado estaba ocupado viendo como las calles pasaban ante sus ojos.
Dabi conducía con una suave sonrisa decorando su rostro, dándole una apariencia tranquila que pocas veces se podía ver.
Ambos chicos estaban en total silencio y la canción que la radio estaba emitiendo era lo único que perturbaba en silencio, ambos estaban cómodos así que las palabras sobraban en esos momentos. Eran tan innecesarias como un abrigo en verano.
Cuando Dabi llegó a su apartamento le dejó las llaves del coche al aparcacoches del hotel y entrelazo suavemente su mano con la del pecoso, camino con Izuku a su lado hasta entrar a su apartamento y una vez dentro le vendo los ojos con una cinta negra de satín.
El pecoso no puso resistencia de hecho está emocionado por la sorpresa que Dabi quería darle, así que accedía a cualquier petición del azabache sin rechistar.
Dabi lo guió por el apartamento hasta llegar al recibidor, una vez ahí se alejó del pecoso diciéndole que volvería en un momento.
Izuku simplemente asintió y esperó a que Touya volviera.
Después de un rato oyó las pisadas de Dabi acercándose, su mano fue agarrada de nuevo y Touya lo empezó a guiar de nuevo por el apartamento, luego de un rato intentando que no se chocara con nada Touya lo sentó en lo que creía que era el sofá del salón.
—Vale, ahora te daré tu primera sorpresa. Entendido —dijo el azabache.
—Si.
Izuku no se asustó cuando Touya puso una caja encima de él, pero a medida que empezó a toquetear la caja se daba cuenta que esta caja tenía pequeños agujeros en todas partes.
—¿Qué es? —preguntó curioso el pecoso.
—Ahora lo sabrás, te voy a quitar la venda pero no puedes abrir la caja hasta que yo te lo diga .
—Está bien.
El pecoso sintió las manos de Touya en su nuca quitándole el nudo que había hecho con la cinta negra detrás de su cabeza, cuando tuvo los ojos destapados puedo ver a la perfección la caja de tamaño pequeño con agujeros en sus laterales.
