Capítulo VIII. Noche de Luna Llena II

1.1K 122 22
                                    

[+18]

El cuerpo entre sus brazos es pequeño y tan esbelto que se siente como si estuviera sosteniendo una pluma, ligera e inofensiva pero infinitamente suave bajo su toque. La piel lechosa antes pálida se ha vuelto rosada en los lugares correctos, resalta en las mejillas regordetas, en el largo cuello de cisne y se atenúa en el pecho estrecho.

Zee Pruk observa el rostro del Omega. Los párpados han bajado, las pupilas brillan y los labios se han entreabierto. La expresión de Chawarin es adormecida, casi borracha, en cada inhalación que toma. El sudor pega algunos mechones negros como el carbón sobre la frente perlada.

Zee Pruk reconoce todos los signos tan pronto como lo ve. El chico está comenzando a entrar en su pre-rutina al estar en contacto directo con las feromonas de un cambiaformas Alfa.

Es una respuesta involuntaria ante su aroma, una forma de inducir el ciclo rutinario. Él lo sabe, la piel de Chawarin parece estar en llamas. Es pálida y cremosa y parece brillar bajo el reflejo de la luna llena.

Zee Pruk se agacha y hunde su nariz bajo la barbilla del chico. El collar impide que toque la piel, solo el cuero áspero lo recibe. No hay ningún olor en respuesta. El jazmín es tenue como toda loción corporal externa. Incluso bajo las fuertes feromonas, no hay alteración en su olor.

Los labios de Zee Pruk se tuercen en una ligera sonrisa satisfecha. Sin las feromonas de un Omega, los instintos de Alfa no tienen el estímulo esperado y por lo tanto permanecen enclaustrados bajo su control sin mayor problema que el de drenar su impulso de apareamiento inducido por la luna.

El interés sexual todavía hace acto de presencia. Es tenue, lo suficiente como para controlarlo, pero no para suprimirlo así que Zee Pruk no lo intenta.

La boca del Alfa se desliza desde su barbilla hasta sus hombros desnudos. La lengua caliente hace un trazo perfectamente húmedo sobre su clavícula y un poco más abajo, lo que obliga a Chawarin a echar la cabeza hacia atrás para darle un poco más de acceso de forma involuntaria.

Zee Pruk aprovecha el margen de maniobra para inclinarse un poco más y alcanzar un pezón que se lleva inmediatamente a la boca. Es diminuto, apenas un botón de carne tierna que golpea con la punta de su lengua. Es una zona tan sensible para los Omegas que no duda en ahuecar sus mejillas y succionar tentativamente.

La reacción es inmediata. Chawarin suelta una retahíla de ruidos ininteligibles cuando Zee Pruk aplica un poco de más de fuerza en el empuje de sus dedos mientras muerde ligeramente su pezón derecho. El estímulo provoca un torrente de lubricante que solo intensifica los sonidos húmedos y facilita la entrada de sus dedos.

El Omega está húmedo, húmedo y goteando. Está suelto y casi listo para recibirlo. El conocimiento de ello envía un estímulo directo a su propio miembro erguido.

Ha pasado un tiempo desde que tuvo sexo y ahora tiene un cuerpo suave y cálido entre sus brazos que se derrite bajo su toque. Tan maleable y receptivo que afecta directamente al instinto de apareamiento del Alfa.

Su interés por los Omegas puede ser mínimo, casi nulo, pero todavía tiene el instinto arraigado en su naturaleza tan fuerte que puede sentir los primeros indicios de malestar en sus encías. Incluso está tentado en empujarlo por el borde hasta su límite, sin embargo, se recuerda a sí mismo que tiene que ir despacio, tan despacio como le permita el impulso mientras todavía pueda controlarlo.

El niño al menos merece que sea gentil en su primera experiencia para que sea lo menos dolorosa posible. Lo último que quiere es hacerle daño a alguien que solo es víctima de las circunstancias aunque sabe que inevitablemente será difícil para el Omega.

Lobo de Invierno |Zeenunew Where stories live. Discover now