Helmut Zemo | Límites

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Helmut solía pensar que era ambicioso, visionario, un hombre que no podía conformarse, y lo logró, al menos la mayor parte de su vida y su carrera como matemático alemán. Sin embargo, cuando entró al proyecto de la NASA "Saturno I", descubrió que había estado atrapado en una monotonía. Estaba conforme con su matrimonio, él y Valentina eran espíritus afines que compartían gustos y perspectivas similares, lo habían sobrellevado bien durante los primeros diez años. Solo que, todo se había vuelto rutinario y cómodo, sin nada más que explorar. Quizá Helmut nunca se habría dado cuenta de eso si ella no hubiera parecido.

A Saturno I llego un matemático, le habían advertido que era joven pero bastante ágil e innovador, a su lado sería la mezcla adecuada entre la experiencia y la renovación. Y ciertamente, Annika lo era: brillante, una de las mejores en el campo y había sido capaz de resolver el problema de órbita gravitacional del satélite que estaban preparando. Al principio, solamente eran colegas, una mutua admiración por los logros del otro. Pero después, los límites comenzaron a saltarse.

Ella era parlanchina, curiosa y muy abierta. Era fácil hablar con ella, contarle su día, explicarle porque eligió ser matemático e incluso hablar sobre su matrimonio con Val. Pero era tan fácil, que Helmut no se dio cuenta cuando cruzó el límite, cuando se volvieron confidentes. Primero, pensó que eran un par de amigos, considerándose a sí mismo como un hermano mayor. Annika le habló de su romance fallido con el hijo de Norman Osborn, y él estuvo ahí para consolarla, diciendo que se merecía algo mejor. Después, cuando él tuvo una pelea con Val, ella lo escuchó atentamente y aunque no dijo nada, lo ayudó a desahogarse. Después de esas semanas, se cruzó otro límite nuevo qué Helmut seguía sin notar.

Mientras que en casa, se distanció de Val, no se daba cuenta cuanto hablaba sobre Annika, hasta que su esposa lo interrumpió y soltó la pregunta "¿Qué edad tiene Annika?" El la miró confundido y respondió sin pensar en las consecuencias "23", Val solamente asintió con la cabeza mientras lo escuchaba hablar. Días después, Willson preguntó: "¿Estás saliendo con Annika? ¿no estabas casado?" "Solo somos amigos" respondió pero Willson tampoco le creyó, argumentando que pasaban demasiado tiempo juntos: el almuerzo juntos y él solía acompañarla a la parada del autobús aunque tuviera su propio auto. Helmut seguía diciendo que solo era una cortesía.

Entonces, el límite se cruzó cuando ella propuso la idea de ir a tomar un café a una librería. No dijo que no. Fueron en su auto, pidieron una mesa junto a la ventana y discutieron sobre las distopías, riendo y bebiendo café. Incluso ella le compartió su croissant. La dejó en la puerta de su apartamento y después se marchó a casa, y justo cuando estaba por bajar del auto, ella le escribió.

Gracias por hoy, espero que llegues bien a casa. Nos vemos mañana.

Y Helmut se quedó mirando el mensaje antes de bajar del auto. Su sonrisa se desvaneció de su rostro cuando cayó en la cuenta, de que tenía la sensación de haber tenido una cita. No contestó. Val lo miró con intriga pero él no dijo nada, argumentando que estaba cansado.

No fue a trabajar al día siguiente. Annika no escribió. Y cuando regresó al tercer día, ella parecía evitarlo a toda costa, evitando su mirada. Se mantuvieron así, alejados, pero esa distancia comenzó a pesarle a Helmut. Aun así, no quiso acercarse. Porque sabía que sí la buscaba otra vez, entonces saltaría todos los límites y no podría detenerse. 

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