08. verdad o reto

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El sábado llega con rapidez.

Los últimos días fueron un borrón completo, Julián solo tiene vagos recuerdos de ellos. A Natalia no la volvió a ver desde su último encontronazo, pero ella ahora ya no está desaparecida: de hecho, más de una vez ella le contestó las historias, recordándole de su presencia. Como si él pudiese olvidarla.

No volvieron a tocar el tema de su ex, aunque Julián todavía siente una curiosidad agonizante. Hay mucha información y nada cuadra, pero sabe que si pregunta, no va a conseguir una respuesta.

Está confundido, atolondrado. No sabe qué fue lo que pasó la última vez que se vieron; no sabe si se la hubiera cogido ahí mismo si ella hubiese aceptado. No estaba pensando, estaba tan perdido en sus ojos que lo único que quería era a ella. No le importó lo mucho que podía enojarse Enzo o todo el quilombo que le seguiría, solo quería hacerla suya. 

Supone que es mejor que Natalia se haya negado, así pueden evitar muchos problemas, pero ahora, ante cada pequeño vistazo de la chica, a Julián le pica todo el cuerpo con la necesidad de tocarla y volver a tenerla debajo suyo como la última vez. La quiere besar y ahora ya no le da vergüenza admitírselo a sí mismo, porque tampoco puede negarlo.

Lo último que supo de ella fue hace casi una hora, cuando Natalia subió una foto de ella y Carolina en el microestadio donde juegan hoy. Ambas vestían los shorts, las mangas, las rodilleras y las remeras del GEBA, y Julián se atrapó a sí mismo mordiéndose el labio inferior, deseoso ante la vista. Natalia se ve bien con todo, en todo momento, pero especialmente con esos pequeños shorts. 

Ahora, Julián baja de las tribunas del microestadio junto con Enzo y los dos amigos de Natalia y Carolina: Nacho, alto y de rulos, y Luca, rubio, el casi algo de Caro. Ambos de veinte años. El cordobés encontró que son una dupla bastante entretenida, pero empezó a irritarse un poco cuando lo único de lo que podían hablar era sobre los culos de las chicas mientras jugaban. Julián tuvo que apretar los labios y contenerse de gritarles.

GEBA le ganó el partido a Ciudad 3-1. Las jugadoras del equipo ganador salen de la cancha con una sonrisa, transpiradas y jadeando, pero contentas. Los cuatro chicos se paran al borde de la cancha y las esperan a Natalia y Carolina mientras éstas se desvisten las rodilleras, las mangas y las zapatillas. Después, se acercan a ellos.

Natalia lo primero que hace es abrazarlo a Enzo; Carolina, a Luca. Mantienen la posición por un segundo antes de separarse y saludar a los chicos restantes. La morocha le da un beso en el cachete a Nacho, a Luca y después se acerca a Julián, que contiene la respiración.

Natalia lo mira con esos ojazos y él siente que se va a desmayar. Los eventos sucedidos la última vez que se vieron todavía están demasiado frescos en su mente. Julián no dejó de pensar en ella ni un momento estos últimos días y tenerla en frente ahora, sabiendo que comparten un secreto, hace que se le acelere el corazón. 

Natalia, por su parte, puede leerlo con facilidad, por lo que esboza una sonrisa ladina tan pequeña que es casi imperceptible, pero que Julián puede ver. Le apoya una mano en el antebrazo, se acerca a él y le planta un beso en la comisura izquierda de los labios, casi tocándole la boca, pero asegurándose de no hacerlo. Julián exhala con pesar cuando ella se separa y mira alrededor, preguntándose si alguien habrá visto eso. Cuando la vuelve a mirar, ve que ella se está sonriendo, satisfecha por su trabajo.

Y es que sí. Siempre que ella lo toca, a él se le desboca el corazón.

–¿Cómo andás, Juli? –le pregunta Natalia, haciéndose la desentendida.

–Bien, bien. ¿Vos? –replica él, pretendiendo tranquilidad–. Felicitaciones por el partido, jugaste re bien. 

–Gracias –dice ella, esbozando su mejor sonrisa. Se gira hacia el resto de los participantes del grupo–. ¿Vamos?

CHERRY FLAVORED | julián álvarezWhere stories live. Discover now