5._Protocolo

118 37 3
                                    


-Gracias- le dijo Dai al recibir la taza de té.

Mary, que todavía vestía la bata de él y estaba lidiando con un fuerte dolor de cabeza, se quedado en la cocina para prepararle una infusión que lo ayudara a dormir, aunque la verdad Dai se veía muy relajado pese a la situación que le tocó presenciar. Cruzando los brazos, la mujer se quedó parada al costado del sillón viéndole con una mezcla de preocupación y extrañeza.

Dai se había dado un baño para limpiarse toda esa sangre que no era suya, sino la de una mujer a la que le habían disparado en la recepción. Él había salido a comprar algunas cosas a una tienda abierta las veinticuatro horas, que no estaba lejos, y al volver se vio envuelto en la discusión de una pareja en la que él hombre acabó disparando a la chica. La muchacha se desplomó prácticamente sobre Dai que por inercia la sostuvo ensuciandose de sangre. Lo que vino después era una historia menos digna de contar.

-Me sorprende que siendo alguien tan importante seas tan descuidado- le dijo Mary llevándose la mano al costado de la cabeza.

-¿Te parezco descuidado?- le cuestionó Dai levantando la mirada al rostro de la mujer, para después bajarla pasando por cada centímetro de esa bata.

-Sales a deshonras de la noche para comprar refrigerios sin tener en cuenta que puedes ser víctima de un asalto, un secuestro o situaciones como esta- le señaló Mary con un sutil tono de reproche- Aunque a decir verdad.. me sorprende que siempre estés solo. Los hombres como tú suelen tener guardaespaldas.

Dai que tenía la mirada fija en la rivera de la bata azul que Mary llevaba y la pálida piel de esta, se sonrió cansado.

-Los hombres como yo requerimos menos protección de la que puedes imaginar. Son nuestros cercanos quienes deben ser cuidados- le dijo apartando la mirada de ella para acercar la taza a su boca.

Mary arqueo una ceja, pero no hizo comentarios limitándose solo a regalarle una caricia en el costado de la cabeza, enredando sus dedos entre los rizos de Dai que pareció disfrutar ese contacto.

-Esa mujer...-habló él súbitamente y como reflexionado- Posiblemente haya llegado muerta al hospital- agregó dejando la taza en la mesa de café.

-¿Cómo lo sabes?- preguntó Mary con curiosidad.

Dai se giro a verla, pero calló un instante, para meter su mano entre las piernas de la mujer y envolverle el muslo en un abrazo dotado de una delicada sensualidad.

-Es solo una impresión- respondió descansando el rostro en la pierna de Mary- Había mucha sangre- agregó cerrando los ojos. 

No estaba alterado en ninguna forma. Es difícil juzgar la sensibilidad de una persona. Mary lo sabía, pero en ese momento experimentó una sensación extraña. Se fueron a dormir poco después. En la habitación de Dai la oscuridad nunca era total gracias a las persianas, por lo que Mary podía dormir muy a gusto ahí. Esa noche, sin embargo, le costó un poco conciliar el sueño. Algo que ella atribuyó al dolor de cabeza que tenía y que al despertar se había extinguido.

En el noticiero de la mañana no se habló del fallecimiento de la mujer que Dai vio recibir un disparo, pero en el edificio fue tema obligado de cada departamento. En el de él, sin embargo, la conversación se centró en el regalo que tenía para su amante que se servía el tercer vaso con agua en menos de una hora.

-Tienes mucha sed está mañana- le dijo Dai doblando el periódico a la mitad para volver la atención a su desayuno.

-A veces me pasa- contestó Mary- Despierto con una sed espantosa- agregó regresando a la mesa donde estaban los pasajes de avión.

-Dime ¿no te gusta el destino que escogí o tienes algún problema con que sean asientos de primera clase? 

-No, no es eso- respondió Mary.

Notas Negras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora