13 • terraza.

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Lisandro no pudo evitar reírse ante lo dicho por Cristian al mismo tiempo que sentía como le ardía todo el cuerpo. El chico que tenía en frente era hermoso. Literalmente con solo sonreír bastaba para enamorar a cualquiera y más si lo conocías aunque sea un poquito. Su cuerpo quedó congelado, perdió la capacidad de realizar movimientos por algunos segundos.

──Hola. ──fue lo único que Lisandro pudo articular.

──Hola, ¿estas bien? ──aunque la pregunta fue en un tono medio burlón, tal como siempre imaginaba que le respondía por chat, también notó un poco de preocupación y no supo bien porqué.

──Sí, sí. ──sacando coraje de quien sabe donde, se acercó al mas alto y le dio un beso en el cachete. ──Vos, ¿todo bien? Me hubieras dicho que medias dos metros, me traía un banco.

──Que tarado que sos──le dio un empujón en el hombro──, no soy tan alto.

──Sí sos alto, Cuti, todos lo decimos siempre. ──Julian discutió desde su banco.

──Vos porque sos un chichón de piso noma. ──mordió su labio inferior y revoleó los ojos al ver la mueca que le hacia su amigo a modo de burla.

Leandro, que estaba justo detrás de Lisandro, le hacía señas a Cristian para que lo llevara a la terracita o falso vip, como le decían ellos sin lograr que su amigo se percatarse. Luego, al parecer con el tercer intento, justo antes de que el más bajo se girara, entendió.

──Lisandro, ¿queres acompañarme a tomar un poco de aire? Me estoy por desmayar del calor que hace acá. ──inclinó la cabeza hacia un costado y sonrió apenas.

──Sí, vamos. ──asintió antes de enarcar una ceja──Banca, ¿vos no estas trabajando?

──No, no, vamos que te cuento bien.

──Dale. ──se giró hacia los dos chicos que le hicieron compañía hasta recién. ──Les puedo pedir por favor que le digan a mis amigos que después vengo. Avisenles que ya encontré a Cristian.

──Vayan tranqui ──instó Julián──, nosotros les decimos.

Lisandro asintió, guardó su teléfono en el bolsillo y se volvió al frente para mirar a Cristian. ──¿Vamos?

──Sí, vení. ──sin decir más le tomó la mano y tiro de él a través del gentío que revoloteaba en la pista del bar. Lisandro sintió algo que según él sería muy de cursi admitir. Pero ahí estuvo, un cosquilleo y sensación de calidez, comodidad y seguridad, esas que siempre describen en las novelas románticas. Apretó la mano de Cristian en un intento de afianzar o absorber lo mas posible esa sensación con la duda de que se vuelva a repetir y apuró el paso. Su guía tenía piernas kilométricas comparadas con las suyas y dos pasos significaban medidas distintas para ambos.

La cabeza de Cristian daba mil vueltas. ¿Había Lisandro querido ir con él porque así lo sentía o había cedido ante la presión al haber sido consultado ante otras personas? La verdad es que hacer cosas delante de otros solía influir en las decisiones y eso era algo que él detestaba.¿Estaba cómodo con tomándole la mano? Dios, ¿y si estaba arruinando todo? Seguramente su acompañante pensaba que era raro y atrevido. Pero es que la manera en la que Lisandro sostenía su mano, apretandola con suavidad lo hacia sentir tan bien, como si ese simple contacto fuera algo que espero toda su vida. Definitivamente era un raro e intenso.

Frenó cuando llegaron a la puerta que conducía a la escalera. Cristian observó para todos lados tratando de evitar que alguien mas quisiera entrar con ellos, abrió haciendo que Lisandro ingresara primero y solo en ese momento se soltaran las manos. La sensación de vacío les molestó a ambos pero quisieron probar que era lo que hacía el otro ante esto y actuaron con normalidad.

carnicero | ( cutilicha ) pausado.Where stories live. Discover now