Daemon.

434 11 0
                                    

Rhaenyra será su muerte.

Daemon lo sabe, pero le importa una mierda, cuando ella finalmente lo está besando después de tantos años.

No le gusta tampoco el recuerdo de ese segundo beso, porque esta empañado por la muerte de su esposa, la enemistad con su hermana y todo lo que no ha dejado de salir mal desde que Rhaenyra se escapó entre sus dedos para ser casada con alguien más.

Ella será su muerte, pero lo tomará con una maldita sonrisa, y hará que valga.

No teme a los Dioses. No teme a los humanos. No teme a nada, excepto a despertar y que su sobrina se desvanezca en sus brazos.

Jodida mierda sensible. Se burla de sí mismo internamente al darse cuenta de lo desesperado que está por besarlo. Lo famélico que se encuentra después de años de aplazar su hambre en beneficio de absolutamente nada.

Es un hombre orgulloso. Es un hombre vanidoso, sabedor de su propio valor y de lo increíblemente poderoso que es. Ha estado por encima de las reglas desde el momento en que salió gritando de las entrañas de su madre, dispuesto a conquistar todo lo que no ha sido puesto todavía en sus manos.

Daemon es mayor, y se supone que es más sabio, pero tendido sobre Rhaenyra en la fresca arena de Driftmark, casi se siente como un niño perdido que de pronto se encuentra consolado.

Su sobrina es un bálsamo para el alma. Él es sucio, rápido y desordenado en general, pero se toma el tiempo de ser cuidadoso, de ser paciente y gentil, porque quiere que esto dure, quiere calentar su alma con la presencia de su futura reina.

Mientras le muerde los labios y lo acoge en su cálido interior, Daemon se estremece y gruñe, apretando los ojos con fuerza ante el picor que amenaza arruinar el momento. No es tan estúpido como para creer que las lágrimas podrían manchar su hombría, porque nada jamás sería suficiente para hacerlo ver disminuido e insuficiente, pero todavía no quiere llorar, porque el momento es feliz, es sagrado.

Y está manchado.

Laena y su hijo están muertos. Y Rhaenyra está asustada. Puede sentirlo mientras ella tiembla en sus brazos. Ha crecido, pero sigue siendo una cosita diminuta y necesitada. Ella lo aferra como si tuviera miedo de que va a esfumarse.

Se recuerda a sí mismo que ella tiene a sus propios demonios ahora. Ella los ha tenido siempre, pero ahora son tan numerosos como para superarla. Y Daemon no va a dejarlos.

Son iguales. Son finalmente iguales. Padecen los mismos males, están secretamente medio destrozados por perdidas similares. Y, aun así, aun con ello, no puede evitarlo. Porque han esperado por años. Daemon lo sabe, sabe lo mucho que ella quiere esto, sabe que lo quiere casi tanto como él. Ella también esta hambrienta.

El segundo beso es menos urgente que el primero, pero todavía más necesitado. Y no le gusta su recuerdo empañado por todo ese difuso sentimiento agridulce que viene con la muerte y la ausencia, con todos esos años en los que no ha podido tenerla y saborearla, pero todavía lo aprecia. Todavía piensa que es glorioso por derecho propio.

El primero fue una treta, pero el segundo lo lleva a casa. 

The House Of The Dragon. ‖ One Shorts.Onde histórias criam vida. Descubra agora