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Miraba a Enzo entrenando por un ratito más, no comentó acerca del partido de ayer y él no preguntó, si quería mantener su buen ánimo arriba, sería mejor que no se mencione nada del amigo del argentino

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Miraba a Enzo entrenando por un ratito más, no comentó acerca del partido de ayer y él no preguntó, si quería mantener su buen ánimo arriba, sería mejor que no se mencione nada del amigo del argentino. Por alguna razón le hervía la sangre siempre que el nombre del jugador del City salía de sus labios, acompañado de una sonrisa grande, casi de forma enamorada, como si fuera el único jugador que había en todo el continente, en todo ese hemisferio o del todo el mundo, le llenaba de odio hacía Álvarez sin tener una justificación válida.

Decidió echarle la culpa a Fernández de todo lo que me ocurría actualmente y seguir con su vida.

João estaba sentado con los otros chicos, algunos seguían el ejemplo de Fernández y seguían con los ejercicios, otros se habían ido a bañar.

Si algo debía reconocer a Enzo, es que cuando tiene una pelota cerca, puede relucir en todo aspecto. Era un día de poco sol, los rayos de la estrella acariciaba su cuerpo, bañándolo en luz, estaba riéndose por algo que dijo Kai mientras se pasaban la pelota, el pelo plateado ya tenía raíces oscuras, pero lo hacía quedar mejor que el primer estilo. Fernández era lindo a la vista, eso hay que admitirlo, es la clase de chico que tendría una buena racha con las chicas en una fiesta, siempre con esa sonrisa de lado y los ojos brillantes.

Pero algo malo siempre le pasa a los mirones, en este caso a él. Kai le dijo a Fernández de que tenía un cordón desatado, él desde su posición sólo le veía la espalda, con la ropa bien apretada al cuerpo. Enzo se inclinó, porque es muy vago para doblar las rodillas, y pudo ver lo más lindo que un asunto joven recién separado puede ver... un culo. No malinterpreten, a João no le gustan los hombres, para nada, sin embargo, Enzo tiene lindo trasero.

Estaba oculta por la ropa y sí está bien erguido pasa un poco desapercibida, pero si te la expone como recién, la puedes apreciar mejor. La forma redonda, como el pantalón corto se aprieta contra la carne y más sus preciosos bíceps, musculosos, llenos de carne...

Repentinamente hacía calor y se empieza a sentir inquieto. De nuevo, todo culpa de Enzo.

──You did great, Enzo. ── Felicitó Mudryk cuando el argentino se acercó para tomar agua.

Se puso en blanco por un segundo, porque todavía le falta pulir su inglés, rápidamente le sonrió. ──Thank you so much. ── Sus uñas se clavaron en su rodilla cuando Fernández lo miró, pensando que fue descubierto mientras le estaba ojeando el culo. ──¿Qué? ¿tengo algo en la cara?

Pudo respirar correctamente. ──Sí, fealdad.

──¡Feo serás vos, mi vieja me dice que no hay pibe más lindo que yo!

Y le gustaría decir que cuando se fueron a los vestidores, dejó esa mini fijación por la retaguardia de su compañero, pero no. Fue peor, porque se quitó el exceso de ropa, dejando la parte superior de su cuerpo expuesto, lo tenía de espaldas a él, por lo que podía ver muy bien los patrones de los tatuajes en sus brazos, como los músculos se le contraen mientras se mueve y... terminó de nuevo ahí abajo.

Repetía, no le interesan los hombres... pero, y que Dios lo perdone, Enzo tenía muchas buenas vistas en todo el cuerpo.

──Joa.

Tuvo un susto feo cuando le habló, pero pudo disimular. ──¿Si?

──Me duelen los hombros, ¿me haces masaje? ── Sin invitación alguna ni previo aviso se sentó en sus piernas, sentándose entre ellas ya que estaban levemente abiertas.

Tragó en seco. ──Bueno, si así lo quiere el joven amo. ── Dijo con sarcasmo, pero el comentario no llegó a oídos ajenos, puso sus manos en los hombros morenos y empezó a masajearlos como se lo había pedido Enzo.

Irguió la espalda cuando empezó a poner más fuerte en sus manos, moviendo de vez en cuando el cuello, suspiraba una que otra vez o solana un sonidito de dolor. João sentía el corazón pegándole en las costillas porque esto le parecía algo... íntimo, a pesar de que ninguno de los otros muchachos les estén prestando atención, era casi como tener una exposición delante de todos.

El cuerpo del menor se presionó más contra del suyo, haciendo que su (lindo) trasero se tope con su entrepierna. Ahogó un jadeo en su garganta y prefirió hacer de cuenta que nada pasaba, pero todo su cuerpo reacciono positivamente ante ese pequeño estímulo, la sangre empezó a circular por todo su cuerpo y se concentró en un lugar en específico. Tal vez podía hacerlo pasar desapercibida, pensó, pero obvio que no se podía.

Enzo dio un pequeño saltito, probablemente sintió el bulto en sus pantalones, y se levantó.

──¡G-gracias, pero me acordé que... eh... chau! ── Tomó como pudo su toalla y se metió a las duchas a paso rápido, sin darle una mirada si quiera.

Perfecto, ahora estaba caliente y sin Enzo, totalmente perfecto.

insuportável | Fernández × FélixWhere stories live. Discover now