- " La resurrección "

119 14 1
                                    

Witchland estaba en su hogar, disfrutando de la paz, sin invadir ni ser invadido, aunque sus aliados estén echos mierda, especialmente el Fascista.

Él veía con lástima a aquellos pobres polacos, israelitas, belgas, etc, siendo lastimados y asesinados por Third Reich y URSS, pero lamentablemente no podía oponerse a ellos o terminaría de la misma manera que los judíos.

Imperio Japonés sabía de esto, a Witchland le dolía bastante ver a esa gente sufrir, el asiático siempre lo consolaba cómo podía, muy rara vez era fácil.

El Wileriano tomaba un poco de vino en su oficina, la cuál, tenía un espejo al lado de él.

-Hey.- Se escuchó una voz grave proveniente de ese mismo lugar, cosa que hizo al Wileriano sobresaltarse y mirar a todos lados sacando su arma- ¡Hey!- Volvió a escucharse, Witchland supuso que ya estaba ebrio, así que dejó su vino a un lado- ¡Witchland, hijo!- Insistió, el mencionado, se asustó y vió hacia el espejo, donde debería estar su reflejo, está el de su padre.

-¡¿Qué mierda?!- El Wileriano cayó del susto- No, no, estoy ebrio, si, debo dejar el alcohol.

-No estás ebrio, hijo mío- Dijo entre risas, para después mostrar una amable y calida sonrisa, la cuál pronto soltaría lagrimas de felicidad- Finalmente, logro encontrarte, y mejor que nunca.

Witchland veía modo tieso el espejo, se preguntaba si ahora tiene esquizofrenia o es parte de alguna broma espiritual

-Yo sé muy bien que me recuerdas, mi pequeño- El reflejo de Imperio Wileriano, puso una mano en el espejo, para después, Witchland hacer lo mismo, para así, poder "tocar" ambos la mano del otro.

-No puedo creerlo... Padre..- Comenzó a soltar lágrimas, eran sentimientos encontrados.

-Yo tampoco puedo creerlo, mírate, tan grande, tan inteligente, tan poderoso, por satán, ¿Acaso crees que vas a arrebatar la belleza de tu viejo padre?- Bromeó, haciendo que el contrario riera un poco

-Tengo muchas cosas que contarte, padre, ¡Soy una potencia ahora!

-¡Eso es magnífico mi pequeño! ¿Has conseguido aliados?

-¡Si! Solo que... Uno es... Alemán...

Imperio Wileriano se quedó callado un momento, para ajustar su traje y después ignorar aquello.

-Descuida, quiero suponer que son diferentes.

-Realmente... No mucho que digamos, los alemanes lastimaron mucho a varios países, pero eso es otro tema, ¿Qué dirías si te digo que tengo una pareja?- Lo último lo decía feliz

-Oh, bueno y... ¿Quién es la afortunada?- Sonrió

-Ah.. él es.. hombre.- Se desanimó un poco con miedo a que su padre, a quien tanto había extrañado, lo rechazara.

Imperio Wileriano se quedó callado un momento, pero después aclaró su garganta y sonrió.

-Sabes, hijo, en mis tiempos nos mataban por eso, pero estoy orgulloso que puedas ser quien eres, ¿Cómo se llama el afortunado?- Dijo entre risas

-Oh, padre, él es un asiático, Imperio Japonés para ser exactos.- Rió un poco por lo que decía el contrario.

-Ojala algún día me lo presentes, ¿Y Goelaria? ¿Cómo ha estado él? ¿Dónde está?- Cuestionaba emocionado

-Él... -Se quedó callado, volviendo a borrar la brillante sonrisa de su rostro, haciendo que Imperio Wileriano se preocupe por eso- Él se fue con Vaticano..

-¡¿QUÉ?! ¡¿Cómo mierda pudo pasar eso?!- Exclamó, tratando de no pensar que sus propios hijos lo habían traicionado.

-¡No! ¡No es lo que parece! Es que... Ya sabes, cuando moriste... Él se quedó justo al lado de ti, y no pude tomarlo cuando me mandaron con el patrón, así que... Ahí paso todo.

Imperio Wileriano, molesto, se calmó un poco para no pensar cosas demas.

-¿Has logrado contactarlo?

-Si, solo una vez, pero me tomó de loco y se fue...

-Mierda.. maldito Vaticano...- Suspiró fastidiado- ¿Podrías hacerme un favor?

-Claro padre, ¡El que sea!

-Necesito que digas lo siguiente... Alia sententia latine quam cogitare non possum quid faciam ut sensum reddam

Witchland lo miró extrañado, pero se concentró y finalmente murmuró

-Alia sententia latine quam cogitare non possum quid faciam ut sensum reddam...- El reflejo de su padre ya no estaba, se quedó confundido y en silencio.

-Boo.- Susurró el emperador en el oído de su hijo, cosa que provocó que el contrario se asustara un poco y volteara, ahora por fin podía verlo bien.

-¡Padre! ¡Por tu culpa perderé una guerra conmigo mismo!- Ambos reían, para después darse un cursi y amoroso abrazo.

-A tu viejo padre nunca se le acabarán los trucos.- Dió palmaditas en su espalda.

-Ya quiero que conozcas a mis aliados- Habló emocionado.

-Oh.. Hablando de eso.. el único que puede verme eres tú, querido..

-Ouh, vaya.. Bueno, ¡Al menos estarás conmigo siempre!

-Eso es cierto.

Entonces, ambos pasaron todo el día juntos, riendo y charlando mientras tomaban vino y Witchland le enseñaba todo lo nuevo que había echo, literalmente tuvo que sobreexplotar a varios trabajadores para que su padre tuviera una hermosa y elegante habitación donde dormir.

Al día siguiente, Witchland y su padre se levantaron, ambos pensando "Genial, ¡No fue un sueño!" Y sonriendo para el contrario al momento de saludarse, bajaron hacia el comedor, charlando de nuevo, estos tipos si que se extrañaban y mucho.

Imperio Wileriano tomaba un poco de café, sentado en el comedor con Witchland en frente, quien tomaba té, los hijos de Witchland bajaban uno por uno, algunos peleando y otros somnolientos, pero todos se quedaron callados cuando vieron a un hombre tuerto de cuernos dorados tomando café en frente de su padre.

-Papá... ¿Quién es ese?- Dijo Azkrew, la chica envidiosa, con una cara de amargura y desconfianza.

El padre, el hijo y el espíritu Santo se quedaron un rato callados, sorprendidos, se supone que solo Witchland podía ver a imperio Wileriano.

-Él es...

-Su abuelo, Imperio Wileriano.- Hizo una reverencia

Los 7 mocosos se quedaron un minuto en silencio, para después correr hacia su abuelo y entre todos tirarse encima suyo, emocionados, gritandose entre si que se quiten para poder abrazar al emperador

-¡Wow! ¡Cuidado niños!- Exclamó Imperio Wileriano para después reír

-¡Niños, van a lastimar a su abuelo! ¡Tengan cuidado!- Gritó Witchland así calmando a sus hijos.

-Entonces era real, ¡Tenemos un abuelo! ¡Y es muy genial!- Decía Lucrya emocionada

Los niños decían mil y un maravillas de Imperio Wileriano, como su fuerza, su belleza, su cuerpo, etc., Cosa que, halagaba y a la vez incomodaba al emperador, Witchland reía con ternura ante la situación.

Después de un largo rato de admiración, Imperio Wileriano contaba historias a sus nietos, historias antes de que él muriera, e incluso avergonzando a Witchland cuando era pequeño, cuando Witchland se fue, el emperador susurró a sus nietos una especie de plan malévolo para aliviar los males de su hijo.

-'' 𝒲𝒾𝓉𝒸𝒽𝓁𝒶𝓃𝒹  ''Donde viven las historias. Descúbrelo ahora