CAPÍTULO II

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DUNCAN

Escuchar la voz de aquella chiquilla rebelde después de tanto tiempo hace que mi cuerpo se tense y reaccione a ella instintivamente. Sigo mirando a la mujer que tengo frente a mí. Debo decir que a pesar de tener cuarenta y cinco años aún es muy atractiva y si mi enferma y pervertidamente no estuviera invadida por aquellos recuerdos de como Aine gemía como una gata en celo mientras me la follo, no dudaría en tirarme a esta mujer.

—Tome asiento, Zane —habla con autoridad y seguridad.

Mi gatita arrastra la silla en señal de molestia y disimulo una sonrisa de satisfacción.

—Ahora que —reniega.

Me giro para encararla abiertamente y nuestros ojos se conectan. Su mirada azul arde en llamas y me hace recordar todos los momentos que los que la follaba en diferentes posturas y lugares dentro del aula.

—Alumna Zane, no es manera de hablarle así al profesor Cross —le llama la atención a mi rojita. Aine se ve distinta a pesar de que solo ha transcurrido unos meses. Es como si estar en este internado la ha vuelto aún más peligrosa y seductora—. Discúlpate ahora mismo con él.

Sus ojos azules se oscurecen con rabia y aprieta los puños a sus costados. Alza el mentón con arrogancia y eso me pone excitado.

—No lo haré —escupe con amargura.

Aún sigue molesta por lo que sucedió en la CIL, pero de eso me estoy encargando. Primero el rector ha perdido su puesto. La única que aún no he podido quitarla del puto camino es a Eda Martens. Su familia tiene una gran influencia a niveles académicos muy importantes, pero jamás será mejor que los Cross.

—Me disculpo por ella, Duncan —me tutea.

Levanto una ceja con arrogancia.

— Charis, creo que ella debe aprender una buena lección y si me permites, tengo el castigo más adecuado para una rebelde como ella —contesto autoritario.

La directora MacVaughan lleva sus dedos hasta su pecho y puedo ver que ella también se siente afectada por mi cercanía.

—N-no sé si es adecuado que impartas un castigo cuando la autoridad de este internado soy yo —dice no tan segura de sus palabras.

Avanzo para ponerme frente a ella y puedo ver como su respiración se acelera. Sus ojos miel me miran con deseo, pero se niega a sucumbir ante sus pasiones porque quiere dar esa imagen intachable.

—Entonces te invito a que seas participe activa. —La agarro del cabello y tiro de su cabeza para atrás—. Ahora cierra la puerta con seguro y ven a mi lado.

Le planto un beso con rudeza que la hace jadea sobre mi boca. La libero y espero con paciencia a que haga lo que estoy ordenando. Aine mira la escena, pero no dice nada. Creo que sabe qué clase de castigos son los que me gusta darle.

—Si alguien se entera, puedo perder mi trabajo —titubea.

Rodeo el escritorio y me quedo frente a la chiquilla que es la protagonista de todos mis sueños pervertidos. Aine no se asusta y eso me hace desearla con ardor. Me gustan las mujeres que no se prohíben a la hora del sexo.

—Nadie lo va a saber porque será un pequeño secreto entre los tres. ¿O no, Kitten? —le cuestiono a la pelirroja que sigue en su lugar mirándome con rabia y deseo.

Nos miramos por un largo rato y Aine arquea la comisura de su boca en una media sonrisa. Cruza las piernas de forma provocadora y pene se endurece. Se lo que trata de hacer esa mocosa, pero pronto se dará cuenta que también no soy el mismo de hace seis meses atrás.

DOBLÉGAME ||ATADOS #2||Where stories live. Discover now