CAPÍTULO I

340 25 0
                                    

AINE

Inglaterra.

Internado Windsor

Estoy contemplando el amanecer por mi ventana de la habitación como ya es costumbre. Extraño tanto a las chicas, que mi corazón se entristece nuevamente. Toda mi vida ha dado un giro radical por culpa de mis acciones y ese peso siempre me va a consumir el alma hasta que no obtenga lo que mi corazón necesita.

— ¡Aine! ¡Aine! —grita entusiasmada Dafne, quien se ha convertido en una persona importante desde que he llegado al internado.

— ¿Por qué los gritos, Daffy? —le pregunto.

Sigo observando el amanecer, pero sonrío disimuladamente con aquel entusiasmo de mi compañera y amiga. Cuento los días para regresar a la US y empezar con mi venganza.

Estos dos meses son los que me han ayudado planear cada movimiento con contra de Eda y Duncan. Si quiero tener éxito debo ser paciente porque Cross no se va a dejar envolver solo con una sonrisa y mirada tierna por mi parte. Conoce mi parte oscura y lo que soy capaz de hacer cuando me pueden hacer enfadar, pero nunca saben lo destructiva puedo ser cuando me han dañado.

—El sábado hay un baile y van a dejar que el internado de chicos estén aquí. ¿No es maravilloso? —dice en un tono de enamorada.

Me giro para encararla y levanto una ceja.

Cuando he llegado al acuerdo con el director sobre enviarme al internado es con la condición de que sería uno donde solo las mujeres sean el alumnado. La verdad es que no me importaba en absoluto aquella cuestión porque después de la mierda que he pasado con Cross. Nuncamás quiero enredarme con otro imbécil.

—Cariño, ¿si sabes que no vas a poder escaparte con ese admirador misterioso con el que te envías cartas? —hablo con sinceridad. Dafne baja un poco su cabeza y me maldigo por ser una insensible. Bufo y trato de poner mi mejor sonrisa para que Dafne cambie esa expresión—. Oye, no te tienes que poner triste. Te prometo que nos vamos a divertir ese día. Aine Zane nunca falla en sus promesas.

Dafne levanta su cara y me da una sonrisa de agradecimiento. Sentía que es mi deber protegerla de cualquier tipo que quisiera aprovecharse de ella. Aunque tenemos la misma edad, creo que tengo mucha más experiencia que ella con los hombres.

El internado Windsor recibe a chicas de todas edades para formarlas como señoritas de alta sociedad. Cada día tenemos clase de distintas formaciones para aprender las respectivas etiquetas.

— ¡Rojita! ¡Rojita! —exclama la voz de Marleth cuando entra a la habitación que compartimos.

Las tres nos hicimos muy buenas amigas casi al momento en que llegué al internado. Gracias a eso pude lidiar con la pérdida de mi antigua vida.

— ¿Qué sucede, Leth? —la llamo por el apodo que le he puesto.

Espero a que tome aire y pueda hablar tranquilamente.

—La directora quiere que vayas a su oficina porque hay un hombre que viene a visitarte —responde entrecortadamente.

Ladeo la cabeza. Hay algo que no me deja tranquila y es que sospecho que algo va pasar.

—Gracias. En seguida voy —digo.

Me despido de ellas y empiezo a caminar rumbo al despacho de la directora. Ella odia la impuntualidad y cuando te manda a llamar, tienes que estar ahí o de lo contrario te da un severo castigo. Todas aprendimos nuestra lección que nunca más debemos ser impuntuales con las reglas de aquí.

Saludo a un par de chicas y sigo andando. El corazón me late a prisa como si corriera un maratón. Me planto fuera de la oficina y respiro para calmarme.

«Todo está bien, Aine. No hay nada que temer», me animo mentalmente.

Toco dos veces antes de escuchar el permiso de aquella mujer. Giro el picaporte y abro la puerta con decisión.

— ¿Me mandó...?

No termino de decir la pregunta cuando reconozco al hombre que tengo de frente a mí. Su cuerpo se tensa al escuchar mi voz y aprieto los puños con fuerza. Quiero molerlo a golpes, pero me detengo al ver la cara de la directora.

Después de dos meses de no saber nada de ese maldito ahora está aquí parado frente a mí.

El único hombre que odio y al cual mi cuerpo reacciona de forma instantánea al tenerlo cerca, está aquí dándome la espalda con esa jodida ropa formal que tanto me encanta.

Es él...el demonio de mis pesadillas y sueños húmedos.

Es el único hombre que odio con tanto fervor... El profesor Duncan Cross.

DOBLÉGAME ||ATADOS #2||Où les histoires vivent. Découvrez maintenant