Capitulo 4: Arcoíris atacado

28 13 19
                                    

Capítulo 4: Arcoíris atacado.

Este capítulo está basado en casos reales (ninguno en específico) de ataques a bares gay y a las víctimas de la terapia de electro shock, con el respectivo respeto a las víctimas de dichos horribles casos, pues la autora, Angélica Lucía Carvajal Peña, condena por completo estos lamentables sucesos y las consecuencias sociales, psicológicas y familiares de los mismos. Disfrute el capítulo teniendo en consideración que los relatos de dicho episodio están basados en casos reales, documentados por la prensa nacional y por varias entrevistas al respecto, en memoria de las víctimas de los sucesos, muchas gracias por leer este comunicado.

Era viernes por la noche, en un bar gay la gente bailaba, bebía y ligaba como en cualquier otro bar, solo que habían banderas de la comunidad homosexual. Todo era fiesta y diversión, la gente simplemente disfrutaba del buen ambiente. Una mujer trans llamada Samantha ayudaba a lavar las copas de vino y unos cuantos platos de comida, mientras reía con las ocurrencias de su hermana Elisa. La música era alegre, la gente estaba disfrutando el momento, las parejas hablaban tranquilamente, era un ambiente normal. Al lado de la entrada estaba la barra, junto a una ventana donde Elisa vio a un hombre conocido entrar al bar.

— Oye, Sam — La llamó después de parar de reír, estaba algo preocupada — ¿Ese chico no es el que atacó a un cliente en el trabajo? Ese, el de chaqueta azul.

— ¿Él? — Miró en la ventana también, ubicando al hombre — Si, es él. Deberías vigilarlo por si empieza una pelea de bar, se dice que es muy prepotente.

— Tienes razón, tengo un mal presentimiento… — Siguió observando la hermana al chico, se arrinconó en una esquina mientras observa a todos, acercándose lo más posible a una aglomeración, cuando de pronto se cerró la puerta desde afuera y él sacó un AK-47, todos empezaron a gritar mientras se oían disparos.

— ¿Que pasa? ¿Porqué se escuchan gritos? — Preguntó Samantha extrañada y, obviamente, alarmada, viendo todo el suceso perturbada.

— Sam, escóndete — La empujó lejos de la ventana — Ve a donde botamos la basura, rápido — Le susurró mientras la empujaba hacia la puerta — Yo iré al baño de empleados.

— Usa la llave para cerrar — Le dio la llave que tenía en su bolsillo.

— Ve, rápido — Agarró las llaves y se escabulló en la cocina.

Con el corazón en la boca, Samantha abrió la puerta y se escondió detrás del bote de basura, no sin antes cerrar la puerta. Los gritos desgarradores la dejaban sin aliento, los disparos la hacían llorar de miedo, el ambiente tenebroso la hacían temblar y el olor a sangre combinado con la pólvora la hacían sollozar.

¿Cuántos habrían muerto ya? ¿10? ¿20? ¿30? ¿50 personas? El silencio la alarmaba, pues sabía que empezaba el juego del escondite, un juego de ganar o morir. Los primeros disparos no se hicieron esperar, se escuchaba como el asesino rebuscaba entre los muebles para encontrar a sobrevivientes. Al voltear se llevó un susto de muerte, alguien estaba a dos metros cerca de ella, pero se calmó rápidamente al darse cuenta que era su hermana, se había salido por la ventana.

Rápidamente fueron lejos del bar para llamar a la policía, lo bueno es que varios vecinos habían llamado a la policía. Después de lo sucedido, Justin miraba las noticias nocturnas mientras esperaba a sus padres, pues llegarían tarde por una reunión de vecinos, cuando en las noticias se informó que murieron 97 personas en el atentado al bar gay. Aquella noticia lo alarmó, fueron muchas personas que murieron y el noticiero simplemente lo tomó como un reportaje de 3 minutos, pasando a las noticias deportivas como si nada hubiera pasado.

¿Puedo seguir creyendo?Where stories live. Discover now