— Minji Unnie... me hice famosa, sabes lo que significa. —dijo Hyein, molestando a la mayor.
— Mhm... ya sé Hyein-ah. —Minii bajó su cabeza en derrota.
— Dile hoy Unnie.
— ¡Estás loca!
— Ya tienen más confianza, creo. —dijo rascándose la nuca, Hyein.
Minji suspiró y tomó un sorbo de su café.
— Va a pensar que soy una rarita obsesionada-
— Minji Unnie, —la menor agarró el hombro de Kim, apretándolo— estás obsesionada.
— ¡No lo estoy! Es sólo que me llama mucho la atención. Es muy linda.
— Ya la perdimos. —Hyein azotó su palma en su frente fuertemente.
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— Hola Haerin-ah. —ambas chicas cruzaron la puerta cansadas después de una gran oleada de clases, pero al llegar, se encontraron con una Haerin platicadora junto con Hanni.
— H-Hanni...
— ¿Pham y Kang? ¿De qué me perdí? —dijo Hyein, tapándose la boca— ¿Me cambiaste, gata?
— Número uno, ella ya estaba aquí. Número dos, no Hyein, no te cambié. Y número tres, ¡deja de llamarme gata!
— Hanni-ssi, sí o no, Haerin parece un gatito. Y más cuando te ve con esos ojitos de gato perdido.
Hanni volteó a ver a Haerin, achinando sus ojos.
— Ya lo veo.
— ¡Ves Haerin Unnie!
— ¿Tú también Hanni? —la vietnamita la miró con ojos reproches, encogiendo sus hombros.
— Bueno ya, traje unos juegos para que no esté tan aburrido este lugar rancio. —dijo Minji, tirando dos juegos de mesa.
— Hey, no ofendas mi escondite así.
— ¿Y si jugamos a la botella?
— ¡Hyein-ah! —dijieron Haerin y Minji al unísono.
— ¿Qué? Nos podemos dar besos en la mejilla. No es para tanto lenchas.
Detrás de la puerta, se escuchaba una voz dulce discutiendo con alguien.
— La pelota no va a estar aquí. Este cuarto es muy raro y me da miedo Ni-ki.
— Noona, no es para tanto.
La perilla se giró y se encontraron con las cuatro chicas poniendo la botella en su lugar.
Los dos chicos se miraron sorprendidos y Ni-ki tomó la oportunidad y escapó de ahí.
— ¡Nishimura! —gritó la chica castaña, viéndolo correr por el largo pasillo— Puta madre... ¡Oh! ¡Hola! ¿Eres la loquita del baño verdad?