Capítulo 4: El hijo del dueño

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El cielo ya estaba de un tono azul oscuro, y en él, se podían empezar a ver diversas constelaciones. Violet seguía dándole vueltas a muchas cosas, entre ellas la reunión y la conversación con Andrew, estaba muy avergonzada.

Violet se cubría la cara con las manos y se apartaba el sudor de la frente, se estaba poniendo tan nerviosa que parecía un flan. "Acabo de hacer el ridículo" pensaba ella mientras se planteaba la idea de salir corriendo en dirección contraria y no volver. Ya podía observar las luces de la hoguera, seguramente al llegar Castiel le echaría la bronca por no colaborar, pero ahora mismo hasta le parecía una buena excusa para no ver a su nuevo amigo.

Intentando no fijarse en si Andrew estaba allí o no, la chica se apresuró en coger algo de comer y sentarse cerca del fuego. Al sentarse dejó la mirada fija en el fuego con miedo a que no le gustase lo que podía ver si la apartaba.

"¿Por qué me da tanto miedo? Si no le veo ahora me lo voy a encontrar igualmente mañana" Violet suspiró y contó hasta tres.

1...
2...
3... y miró a los demás, ni rastro del chico de ojos claros. Violet respiró tranquila y se percató de que Amy, la chica que había conocido hacía poco, la estaba saludando. Violet sonrió, apartó la comida y se acercó a ella, parecía que ya había terminado de comer.

—Has llegado un poco tarde, ¿ha pasado algo?

—Es que no me había dado cuenta de la hora —dijo Violet sonriendo—. Bueno, ¿cómo estás?

—Bien supongo, no me ha pasado nada interesante, he estado toda la tarde ayudando a mi madre con no se que de un buzón —Violet se tensó un poco pero mantuvo la compostura—, cosas de ella, ¿y tú?

—Bien, Castiel me mandó cosas que hacer en el bosque —mintió.

—¿Enserio? Yo no le he visto por aquí en toda la tarde.

—Es que me lo he encontrado antes y ya sabes cómo es —río un poco intentando disimular, luego fingió un bostezo—. Vaya creo que me está entrando sueño, voy a ir a acostarme ¡Que tengas buena noche Amy!

—¡Buenas noches!—dijo la menor sonriendo a Violet.

A Violet le sabía mal mentirle a la chica, pero no quería humillarse tan pronto frente a ella, solo habían hablado dos veces. La pelinegra se dirigía a la cabaña a descansar, pero una idea cruzó su mente como si de un trueno se tratase.

Mirando hacía todas partes para que nadie la viera, se adentró en la cabaña en la que había ocurrido la reunión y en la que esa misma tarde había hablado con sus padres. Violet rebuscó por todas partes intentando encontrar algo, necesitaba saber si le estaban mintiendo en algo más.

Tras abrir unos cajones al fin encontró algo, parecía ser el plano que habían escondido sus padres antes mientras hablaban. El plano era de una casa, Violet no lo entendía bien, pero antes de que entrará alguien más y la descubriera, hizo una foto al plano. Rápidamente volvió a dejar el plano dónde estaba sin hacer ruido, ahora al menos sabía que había exagerado al creer que le mentían más de lo que había escuchado. Violet miró antes de salir, ya casi no quedaba gente en la hoguera.

Justo en el momento en el que pretendía salir dos siluetas aparecieron iluminadas por la hoguera, Castiel y Andrew. Justo las dos personas que más problemas le daban, que bien.

Ambos tenían el pelo revuelto y algunas partes de la ropa rasgadas, Violet pensó que habían hecho algún trabajo en el bosque así que no le dio mucha importancia. Ahora mismo lo que más le importaba a Violet era salir.

Mientras la chica barajaba las posibles salidas, los chicos se sentaron al lado de la hoguera con un vaso de agua.

Dios me siento como si no hubiera bebido agua en años dijo Andrew dando un sorbo al vaso.

Los Latidos del BosqueWhere stories live. Discover now