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El calor sofocante que se esconde entre los múltiples aires acondicionados que llenan el lugar no pasa desapercibido para Kun. Es verano en Barcelona y hace dos semanas no se hubiera imaginado que estaría tomando un vuelo larguísimo para visitar a Leo. Todo sucedió por una pregunta boba que hizo sobre cuál verano era peor, Leo le dijo que viniera y lo comprobara por sí mismo, unas llamadas más y estuvo montado en un avión.

No le molestan los vuelos, siempre se queda dormido, pero no duda en el jet-lag que seguramente le arruinara los primeros días de estancia, contrario a Leo, que parece ser extremadamente bueno, como si el fútbol no fuera suficiente, en aclimatarse rápidamente. Hablando de Leo, el mismo que acelera el paso cuando lo ve, mientras le dedica una sonrisa de pura felicidad. Entonces, Kun, siente como el corazón se le sube a la garganta, justo como en esos días de fiestas que estuvo en Rosario.

La casa de Leo es simple tirando a sosa, algunos la llamarían minimalista o modesta, Kun prefiere decir solitaria. Está llena de vacíos que se podrían llenar con plantas, muebles o cuadros; es contraria a la casa de Argentina, que conoció hace algunos meses, abarrotada de cosas y llena de vida, aquí, en lo que debería ser su hogar, solo hay paredes blancas, un sofá, una cama y cosas que son necesarias para vivir. Kun, no duda en comunicarle eso a Leo, no con la crudeza que hubo en su mente, sino con un "¿No te la pasas acá? ¿Por qué tan vacío tremendo depa?"

Leo le responde "No he tenido tiempo de llenarlo, ya sabes que me lo compre hace poco"

"Pero ya hay tiempo... No estoy cansado por el viaje, así que vayamos a esas tiendas grandes y llenemos este lugar." Kun sonríe ante su idea y antes de que Leo se invente alguna excusa la complementa; "Vamos Leo, que plata no te falta."

Kun sabe que posee buen decente y decorar una casa le hace ilusión, se mantendrá en los tonos que sabe que le gustan a Leo y le gastara toda la plata que pueda, porque no hay que escatimar en gastos. Con esa idea en mente arrastra a su amigo por toda la tienda, que por cierto es enorme; prueban sillones, mesas, tipos de tela, ojean y miran plantas de fácil cuidado, escogen cuadros feos y algunas latas de pinturas. La tarde se pasa entre risas y conversaciones constantes repletas de anécdotas o chismes, de esas que extrañaba el Kun, las mismas que no se pueden permitir por llamada.

Leo paga y por suerte no les toca llevar nada, solo "deben estar pendientes mañana, un camión llevará todo" según palabras de la cajera. Kun agradece porque apenas salen del lugar, y el calor repleto de humedad lo golpea, se da cuenta que está bastante cansado, eso lo pone feliz porqué esa noche no se desvelara. En casa de Leo piden comida a domicilio, que no tarda en llegar, y disfrutan mientras ven una película doblada al español peninsular, con la que no pueden parar de reír.

"¿Dónde duermo?" pregunta Kun cuando la película se acaba. En el pequeño tour por el 'piso' no vio más muebles que la cama en el cuarto principal y el sofá en el que están sentados.

"En mi cama." Le responde Leo tranquilo.

"Aja ¿y vos donde dormís?" Vuelve a preguntar, con un tinte algo irónico.

"Acá en el sofá." La misma tranquilidad.

"No, es tu casa y no podés dormir en el sofá por más invitado que yo sea. Durmamos juntos." A Kun no le parecía una mala propuesta, ni siquiera cambió de idea cuando la cara de Leo se torcía en sorpresa, cosa que solo le causó gracia. "No es como si no lo hubiéramos hecho antes, no seas dramático."

"Va."

Kun, estaría mintiendo si dice que no le gusta dormir con Leo, la verdad es que lo disfruta bastante porque Leo no lo patea, ni ronca, por el contrario, su suave respiración es agradable y es cómodo de abrazar. Kun, espera esa noche poder escuchar los latidos del corazón de Leo, como la penúltima vez durmieron en Rosario. Puede que ese martilleo constante en medio de la oscuridad confirme todos esos sentimientos que hoy llama amor.

VeranoWhere stories live. Discover now