CAPÍTULO 2- Los vecinos

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Lana

Esa misma mañana me coloque el poco maquillaje que me quedaba para tapar mis heridas, la mayoría se taparon bien, otras no tanto, es más eran fáciles de identificar si te fijabas un poco en mi, para esas mi plan era ponerme la capucha en clase la cual me haría sombra y las haría más difíciles de ver. Al salir de mi casa un chico apareció en bici, me embistió y tiró todas mis carpetas y cuadernos al suelo.

-¡ANDA CON MÁS CUIDADO Y SI NO VES PONTE GAFAS!- dije enfadada sin ni siquiera mirar quien era, yo solo miraba como estaba todo por el suelo, mientras recogía todos los papeles y los intentaba poner en orden, pero entonces pasó algo que me sorprendió el hablo para defenderse cuando oí esa voz y esas palabras no se cuales fue el que más me cautivó pero eso no fue lo mejor sino cuando levanté la mirada y vi quien era.

-Igual la que se debería de poner gafas eres tu, que te piensas que solo caminas tú por la calle- nunca nadie que no fuera mi padre me había contestado, eso me sorprendió por otra parte su voz era rasgada y mostraba seguridad ante sí mismo, levanté mi cabeza par ver quien era, el chico encapuchado se quedó de pie mirándome como recogía los papeles que me había echo tirar.

-Primero la cera es muy grande y cabes perfectamente; Segundo no se si lo sabias pero la bicis tienen que ir por el carril bici y tercero ¿Vas a quedarte ahí parado mirando como recojo lo que se me ha caído por tu culpa?¿Sabes que si te agachas no vas a morir ni nada de eso no?- él enarcó una ceja y se agachó pero no fue para ayudarme sino para hablarme más de cerca a la cara.

-Veo que no te sienta bien que te respondan Lana, por otra parte tienes agallas no te da miedo hablarme, esta noche podría entrar en tu casa y asesinarte a sangre fría y borrar mis huellas- de cerca pude ver mejor sus facciones, su mandíbula estaba muy marcada era blanco como el papel su pelo era negro y rizado, sus ojos eran marrón oscuro a tal punto que casi no se diferenciaba su iris de la pupila, por parte de la conversación me había dejado perpleja ¿cómo sabia mi nombre?, ya sabia que que todo el mundo le tenía miedo pero era mi primera conversación con él y ya me había amenazado de muerte pero lo más sorprendente es que seguía sin causarme cero miedo y cien por cien de curiosidad. En ese momento vi como levantaba un dibujo del suelo, era un retrato dibujado a lápiz con mil agujeros de dardos- ¿Quién es?¿y estos agujeros?- me miró a los ojos- no me digas que así es como te liberas cuando te enfadas con alguien lo dibujas y juegas a los dardos con él- dijo entre risas le arranque el dibujo de las manos.

-Idiota, y a ti que te importa- porque de todos los dibujos que tenía en la carpeta tenía que recoger ese.

-¿Perdona cómo me has llamado? te he amenazado y tu lo que haces es insultarme ¿esto es nuevo? nunca había encontrado a alguien que supiera ocultar el miedo tan bien como tu, lo reconozco.

-Estas perdonado, te he llamado i-di-o-ta y no necesito ocultar lo que no siento- me acerque hacia él hasta que nuestras narices pudieran casi chocar- necesitaras mucho mas que palabras para asustarme e implantar el miedo en mi cuerpo- me levante y mirándolo como él seguía paralizado en la misma posición en la que lo había dejado le dije- ahora me tengo que ir que llego tarde al colegio, hasta dentro de un rato encapuchado- me gire y continúe caminando unos minutos más hasta que vi como me avanzaba con su bici y paraba delante de mí, con una gran sonrisa en su rostro ocultado por la capucha.

-Encapuchado, ¿qué clase de apodo es ese?

-Es el apodo que yo he elegido para ti

-Y no se te ha ocurrido nada más original que encapuchado- me gire para mirarlo a los ojos.

-Pues ahora que lo dices estaba entre dos opciones: encapuchado o idiota, personalmente creo que idiota te va como anillo al dedo pero ya que escondes todo bajo esa capucha también yo voy a esconder cual es tu mejor apodo.

Las mentiras y otros problemasWhere stories live. Discover now