Capítulo XXXV: Promesa Ensangrentada.

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—Perdón por este cambio de planes, chicos, yo...— el vampiro comenzó a disculparse, y fue Valkyon quien se acercó a abrazarlo.

—Esto viene de parte de todos: no te preocupes, Nevra.—


Las cosas habían escalado rápidamente tras la muerte de Kellinroe. Para empezar, importándoles poco que su padre recién había fallecido, varios vampiros comenzaron a culparnos a Nevra y a mí de haber terminado con la vida de Kellinroe de manera prematura, pues se les hacía demasiado curioso que fuimos los últimos en verlo con vida. Obviamente, esta situación había sido abrumadora para ambos, pero, sobre todo, me irritaba por Nevra. Ni siquiera había tenido tiempo de procesar sus sentimientos hacia su padre, él fallece y resulta culpado de todo...

Pese a este trago amargo, las personas en Yaqut se movieron rápido. Dos días después de su fallecimiento, todo estaba listo para su funeral. Nuestro plan inicial se había movido un poco, obviamente, pero a nadie le importaba tener que quedarse ahí unos días más si se trataba de apoyar a nuestros dos vampiros tan queridos, y, en mi caso y de sus allegados, apoyar a Maora. Decir que estaba destrozada era poco: si creía que estaba en un estado frágil anteriormente, ahora la cosa pintaba mucho peor.

Algo cambió en el corazón de Orgelz, y decretó que se consumiría sangre sintética a partir de ese día, en memoria a, según él, la máxima de las consecuencias sufridas por este tipo de acciones hacia los humanos. Nevra y Lance habían salido apenas de la sala del trono tras firmar un acuerdo en el que se comprometía a mantener su palabra, cosa que todos realmente esperábamos que fuera cierta.

Con este nuevo tratado, también se les ofreció a los habitantes de Yaqut la posibilidad de unirse a la Guardia cuando estuvieran dispuestos a hacerlo, y, curiosamente, los guardias de la entrada fueron los dos primeros en acceder, pese a las quejas de Orgelz. No muchos estaban dispuestos a migrar en este momento, pero más de un vampiro se me había acercado para informarme de su interés por dejar Yaqut y unirse a la Guardia en el futuro.

Todo parecía estar en paz por fin, pero... ¿a qué costo? ¿Por qué nuestra paz siempre tenía que venir con un precio tan caro?


—Karenn.— me acerqué a mi cuñada. —No he hablado de esto con Nevra, pero creo que sería bueno que Maora nos acompañe a Eel, ¿no crees? Me preocupa un poco dejarla aquí sola...— la vampiresa asintió, suspirando apenas.

—Se lo sugerí, pero está completamente negada a dejar Yaqut en este momento. Hablé con Chrome al respecto, y... me quedaré unos cuantos días aquí. Caelius tiene comida suficiente, así que no creo que haya problema.— le sonreí, abrazándola poco después.

—¿Cómo estás?— sentía que en un caso normal mi pregunta sería estúpida, pero con Nevra y Karenn no podía dar nada por sentado.

—A pesar de todo, siempre fue un buen padre conmigo... aunque sé que Nevra no puede opinar lo mismo.— su voz se entrecortó al final de su oración. —Me tranquiliza que pudo hablar con él al final. Gracias, Aerye.— negué con la cabeza, pues no sentía que había hecho gran cosa.

—Quizás no sea al mismo grado, pero entiendo eso de tener una relación problemática con un padre. Digo, ya lo superé, pero si hubiera estado en la misma situación, no me hubiera gustado quedarme con las ganas de decirle lo que fuera, sea bueno o malo.— suspiré. —Sólo espero nunca estar del lado de la cama, ¿sabes?—

—Mira, si Chrome y yo hemos sido capaces de mantener a Caelius vivo y feliz, no dudo que cuando llegue su momento, ustedes serán todavía mejores padres.— sonreí ante sus palabras, y pude notar como sospechaba algo. —Espera, ¿tú...?— dirigió su mano hacia su vientre, haciendo el gesto como si estuviera redondo.

Re;Start [Eldarya] (Re;Birth #3)Where stories live. Discover now