CAPÍTULO 335

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"La Paz es la sonrisa del Alma. No dejes de sonreir". 

Con amor: Jesús.



"Va Jesús andando rápidamente por una vía de primer orden en el que el viento frío de una mañana de invierno barre y endurece... Los campos, aquende y allende la vía, apenas presentan una tímida pelusa de gramíneas que ya brotan, un velo de verde en que hay una promesa de futuro pan, pero una promesa que apenas si ha sido pensada. Los surcos umbrosos carecen todavía de este verde bendito; sólo los que están en lugares más soleados tienen ese verdear, tan leve y ya tan festivo porque habla de próxima primavera. Los árboles frutales están todavía desnudos; ni siquiera una yema se hincha en sus oscuras ramas. Sólo los olivos presentan su eterno pardo verde, triste tanto bajo el sol de Agosto como bajo este claror de reciente mañana invernal. Y, como ellos, también tienen verde; un verde pastoso de cerámicas acabadas de pintar, las carnosas hojas de las cácteas.

Jesús camina, como sucede a menudo, dos o tres pasos más adelante que los discípulos. Van todos bien tapados con sus mantos de lana. En llegando a un punto, Jesús se para, se vuelve y pregunta a los discípulos": ¿Conocéis bien el camino? Contestan varios: El camino es éste. Pero... ¿la casa?... no se sabe, porque está en el interior... Quizás allí, donde aquella mata de olivos...

-No. Debe estar allá al final, donde aquellos árboles grandes sin hojas...

-Debería haber un camino para carros...

"En definitiva, no saben nada con precisión. No se ven personas ni por la vía ni por los campos. Van sin rumbo definido, hacia delante, buscando el camino. Encuentran una pequeña casita de pobres, con dos o tres terrenitos alrededor. Una niña saca agua de un pozo. Jesús mientras se detiene en el limen del seto, que tiene una abertura para quien va o viene. Dice": Paz a ti, niña.

-Paz a ti. ¿Qué quieres?

Pregunta Jesús: Una información. ¿Dónde está la casa de Ismael el fariseo?

-Vas mal por aquí, Señor. Tienes que volver a la bifurcación y tomar el camino que va hacia donde se pone el sol. Pero tienes que andar mucho, mucho, porque tienes que volver allí, a la bifurcación, y luego andar y andar. ¿Has comido? Hace frío y se siente más con el estómago vacío. Entra, si quieres. Somos pobres. Pero tú tampoco eres rico. Te puedes adaptar. Ven. Y llama con voz aguda: ¡Mamá!

"Se asoma a la puerta una mujer de unos treinta y cinco o cuarenta años. Su cara es honesta, aunque un poco triste. Lleva en brazos a un niño de unos tres años, medio desnudo. Dice la madre": Entra... El fuego está encendido. Voy a darte leche y pan.

Dice Jesús: No vengo sólo. Tengo conmigo a estos amigos.

-Que entren todos y que la bendición de Dios descienda sobre los peregrinos, mis huéspedes. "Entran en una cocina baja y oscura alegrada por un fuego vivo. Se sientan acá o allá en rústicos arquibancos"... -Ahora os preparo... Es pronto... No he puesto en orden nada todavía... Perdonad.

Dice Jesús: ¿Vives sola?

-Tengo marido e hijos. Siete. Los dos mayores están todavía en el mercado de Naím. Tienen que ir ellos porque mi marido está enfermo. ¡Qué pena!... Las niñas me ayudan. Este es el más pequeño. Pero tengo otro muy poco mayor que él. "El pequeñuelo, ya vestido con su tuniquita, corre descalzo hacia Jesús y lo mira con curiosidad. Jesús le sonríe. Ya son amigos. Pregunta el niño con confianza": ¿Quién eres?

LIBRO 15Where stories live. Discover now