The Flower Boy ━━━━━．Minsung

29

Unos días después

— Mierda, mierda, ¡¿que hago?! Jisung podría estar muerto ahora mismo, joder…

— Lo primero es calmarse, Lee. Con desesperarte no logras nada.

— Es mi culpa, Jeong-in. Yo había insistido en ir a su casa porque su padre no llegaba sino hasta tarde, y jamás pensé que pasaría esto, y…

— ¡Cálmate!

Minho se tiró de rodillas frente a Yang. Le picaban los ojos, y un nudo en la garganta le dijo que se pondría a llorar.

Pero no lloró.

No quería verse tan vulnerable ante el posible destino de la persona que inundaba sus pensamientos a diario.

— Tengo miedo, Jeong. Mucho. Se de lo que puede ser capaz el padre de Jisung... Tengo que saber si está bien.

— Jodida mierda, estás tan enamorado que no puedes ni vivir un segundo sin él…

— Y sin embargo, nunca le dije que lo amaba.

Tomó su bicicleta y pedaleó rápidamente hacia la casa de Jisung, pero el panorama pareció cambiar al llegar.
Habían varios vehículos de la policía, y algunos agentes que afortunadamente no lo vieron entrar.

Escasos rayos de luz entraban a la casa, pero los suficientes para saber que el camino que tomaba hacia las escaleras era correcto.

Y luego en su propio cuarto, descansaba Jisung.

«¿Inconsciente? ¿Durmiendo? O quizá muerto...»

Minho se le acercó a paso afanoso.

— Sunggie, ¿me escuchas? Joder, despierta

Pero el chico no reaccionó, sino hasta después del cuarto llamado.

Se despertó de golpe, y vomitó frente a los pies de Minho.

— Per-perdón…

— No importa, al menos se que estás vivo.

Lo abrazó con fuerza, como

Como si fuese la última vez que lo abrazaría.

Jisung no respondió el abrazo. Estaba inmerso en sus pensamientos, mirando un punto fijo a lo lejos.

Ah, no, pero él miraba a alguien. A la persona tras Minho.

— Jisung, ¿quien es él?

El otro se apartó bruscamente.

— Madre, él es Lee Minho…

La señora sonrió dulcemente, y le ofreció la mano, estrechandola a forma de saludo. Minho estaba perplejo. Jamás había visto a la madre de Jisung.

— Que lastima… se ve que son unidos… — pronunció, y acto seguido le dió una mirada furtiva a su hijo. Luego se retiró.

— Minho, yo, creo que tenemos que hablar.

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