Capítulo 32

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La esperada visita llegó con el anochecer

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La esperada visita llegó con el anochecer. Ahí en el umbral apareció la figura sonriente de Liberty, quien se recargaba en el marco de la puerta con una postura digna de portada. A pesar de que traía puesto un sencillo vestido de lila pastel, la joven irradiaba originalidad, como de costumbre, sin saberse cómo. Y colgaba su bolso en un dedo, a la vez que jugueteaba con él. Sin pronunciar ni una sola palabra, el encanto de su silencio arrobó enseguida a Amalia. Las dos nada más soltaron una risita divertida y traviesa.

—Qué bueno que estés aquí, Free.

—Gracias —dijo, como cantando.

Tras colgar sus pertenencias en el perchero, Liberty echó un rápido ojo al apartamento.

—Definitivamente le falta un poco de estilo —comentó sin consideración.

—Pienso dejarlo así. —Su voz había salido un tanto tenebrosa.

Liberty no se dio cuenta de la intención que ahora tenía su anfitriona, por lo que deambuló por la estancia con mucha curiosidad. A diferencia de Laura, Free se entretenía con cada elemento con su típico carisma de niña pequeña. Corrió de un lado a otro hasta que halló la recámara donde la periodista dormía. Amalia se preguntó una vez más cómo podía haber tanto inocencia como madurez dentro de la misma persona, y no llegó a ninguna conclusión. Pero sus planes rápidamente la hicieron rumiar. Continuó pensando en cómo le iba a decir la verdad: quién era, lo que hacía, lo que había hecho.

—¡Me encanta! —La joven interactuaba con la consola. Leía la caja del disco—. Tienes un compilado de los Animals.

—Lo compré después de que fuimos al concierto.

—Te gustaron, ¿eh?

—Mucho.

—¡Ya sé! Vamos a bailar unas canciones. —Volvió a hacer ese bailecito con los hombros.

—Free, hay algo que quiero decirte.

—¿Qué es? —No esperaba que le pusiera atención tan rápido.

—Yo... Tengo que decirte la verdad. —El corazón estaba por salírsele.

—¿Cuál verdad? —Ella se puso tensa—. ¿Que no te gustan tanto los Animals?

—No. —La tomó de los hombros, que estaban desnudos a causa de su vestido veraniego. La cálida piel de su joven amante despertó inusitadas sensaciones en ella, y tuvo que detenerse. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué saboteaba sus decisiones de nuevo? ¿Por qué siempre rechazaba lo que la hacía feliz?—. Es algo más complejo.

—Georgina Thompson, estás a punto de asustarme. —Esbozó una sonrisa nerviosa.

—Estaba pensando que... Yo... No te he dado lo que te mereces.

—¿A qué te refieres? —Esta apartó el disco sobre la cama y tomó sus manos. Se miraron a los ojos. Que Free la tomase así la dotaba de mayores fuerzas.

—He estado huyendo de ti, y ya no quiero hacerlo más.

Liberty bajó la mirada. Sabía que era cierto. No pudo refutar aquello.

—Tú eres lo que más quiero. Eres mi mayor deseo. —Con tal declaración, la joven levantó el rostro y se encontró con un semblante distinto, como si su compañía hubiese sido reemplazada—. Yo decido tenerte.

Free se dejó hipnotizar por la repentina voluntad que tenía la otra. Sintió el húmedo calor en su boca, más el vigor de un deseo sincero que no se daba por vencido, que batallaba una y otra vez por estar en lo más alto. Y la ganó, pues ahora Gina no solo se sirvió de una violencia bruta, o una mala intención por aprovechar los impulsos, sino que esta vez su fuerza también se caracterizó por ser tierna.

Entretanto Gina besaba a Liberty con pasión, la pareja caminaba hacia atrás. Cuando chocaron contra el buró donde reposaba la consola, se deslizaron hacia la izquierda, donde estaba una cómoda, y fue allí donde Gina encontró la comodidad para continuar con su lucha. Como ya nada la detuvo, esta siguió besándola en el cuello. Respiraba con gusto los aromas de su piel, y devolvía el aliento caliente sobre su carne, lo que hacía que Free torciera la cabeza por puro placer y emitiera algún ronroneo. Era como una gatita que se divertía.

Gina se sirvió de sus dedos para acariciar aquellos hombros tan lisos, azotados benéficamente por la luz del sol. Palpó cada pequeño bulto formado por sus delicados huesos, con la intención de quedárselos para la posteridad en su memoria, todo en el caso de que Amalia le arrebatara lo que por fin reclamaba.

Pero no solo puso en práctica el tacto, sino también el gusto. Con cada beso utilizó su lengua para sentir la dulzura de la que rebosaba el cuerpo de Liberty, que comenzó a temblar cada vez que ella se aproximaba a lo más íntimo. Gina también se daba cuenta de todas sus reacciones, y gozó con malicia al invadir su escote. Ahora aquella trataba de sostenerse del cabello de su amante, mientras tiraba de él con suavidad para no lastimarla, aunque con la suficiente energía como para desahogarse.

Al ver que el vestido lila acabó en la alfombra, quiso Gina quedar en igualdad de condiciones quitándose la blusa y el pantalón. De esta manera, llevó a Free a la cama y la acostó. Con la figura que formó esta al caer sobre la almohada, tuvo una idea: su cabello desperdigado parecía una corona de luz, su cara se asemejaba a la de un ángel, y las curvas de su pecho le recordaron a una pequeña nube. Sin pensarlo, dijo:

—Estás equivocada, Free, tú eres mi ángel especial.

Poco entendió Liberty a qué se refería, aunque rememoró las veces que se lo había dicho en agradecimiento por todos los favores. No obstante, el cumplido pronto careció de importancia, pues ambas mujeres se volvieron una en la cama. Se cubrieron con las sábanas, para impedir que el calor contrastara con el frescor de la noche. Y no hubo más palabras hasta que cayó el sol, que fue cuando terminaron exhaustas.

Si había un frío que podía amenazar el candor de un lecho era el del miedo, el mismo terror que Amalia experimentó apenas llegaron los primeros rayos del amanecer.

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Primero que nada buenas tardes jajaja

Ya ocurrió lo del prólogo. ¿Qué opinan? ¿Les resultó incómodo? Jajaja

Queda poquito, lo juro. Son 39. Ya casi acaba u.u

Dos chicas de California ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora