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Se ocultaba detrás, del mayor cuando la mirada del anciano de barba se poso en ella. Apretó su agarre en la pierna de su tutor.
— Está es la mestiza. Pensé que sería un poco mayor, una mujer es lo que me esperaba .—menciono el anciano sin pudor.
La azabache se estremeció, aún en su escondite. No llevaba tanto tiempo en ese lugar y ya estaba incómoda.
— Ella es mi protegida, Louis .—dijo el mayor a Zeus.
— No me digas, que harás que está niña te amé. Porque ninguna mujer quiere permanecer a tu lado —solto una risilla Zeus—. No lo esperaba de ti, pero si es el caso tienes mi bendición.
— No, sigas con eso.
La niña no entendía la plática, de ambos adultos. Hasta que escucho una preciosa tonada musical, afuera de la habitación. Sin pensarlo siguió ese maravilloso ruido.
Camino por los pasillos, hasta otra habitación, dónde un mayordomo se encontraba tocando apasionadamente, su violín.
Louis se recargo en el marcó de la puerta. Mirando con los ojos, medio cerrados disfrutando esa pieza músical.
Ni cuenta se dio cuando, el azabache había dejado de tocar. Ella seguía con los ojos cerrados.
— Ah, que criatura tan curiosa .—canturreo el dios griego—. ¿Sabes que espiar a personas es de mala educación?
— L-losiento —susurro en voz baja.
Sin más que decir se retiró, dejando a Hermés curioso de su peculiar. Comportamiento, el panteón griego, era un lugar bonito o al menos a la vista de Louis.
Se perdió entre los inmensos, pasillos del Olimpo, hasta llegar a ese gran jardín. Dónde había flores miles, y millones de flores.
Se agachó para querer, tomar una flor pero está apenas y la tomo. Se secó en su mano, había matado aquella dulce flor.
Louis miro con terror, esa horrible marca en su mano cómo iba creciendo con su desesperación. Una lágrima cayó por su mejilla al no saber que hacer.
Esta pequeña gota, apenas y tocó el resto de las flores. Les arrebató la vida a todas ellas.
— No, no, no. Porfavor detente .—se dijo a si misma al ver con esa marca, empezaba a cubrir su brazo.
Todo lo verde de ese lugar, cambio a un tono sombrío. Los animalitos que andaban, cayeron al piso sin vida.
Se agarró la cabeza, con fuerza. Uno de sus ojos era negro, con un pequeño punto blanco casi sin vida en su pupila.
— ¡Louis! —la llamo su tutor al ver la desesperación de la menor.
— Señor Hades....
Se quedó quieta, cuando el mayor la abrazo. En ese momento no le importó, el leve dolor que sintió, al tocar a Louis.
— Todo estará bien .—acaricio su cabeza—. Todo estará, bien Louis, no estás sola.
Tu madre siempre estará contigo recordo la sonrisa de su madre aquél día.
La niña tardó en corresponder al abrazo, soltando un ligero sollozó.
La marca en su mano, izquierda volvió a la normalidad. Mientras que los presente, miraban en silencio la escena.
— ¡Esa niña es una amenaza! —Ares fue el primero en señalar a la infante.
Las otras deidades, imitaron su acción. Louis agachó la mirada sabía que tenían todo su derecho en enojarse con ella. Destruyó su sitio de serenidad.
— Guarden silencio —los cortó Hades para tomar la mano de la azabache—. Aquél que se atreva a ponerle un dedo encima a mi protegida. Tendrá que pasar por encima mío.
Los dioses griegos guardaron, silencio ante la advertencia del dios del inframundo.
