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" Tu alrededor te da terror, pero es normal para los dos, todo es nuevo y da temor, pero yo estoy contigo hoy "

《 ♔ 》

El calor acogedor y el ambiente húmedo invadían el cuarto donde reposaba el doncel herido, abrió de a poco sus ojos mirando el lugar donde estaba, no era su cuarto, no era el palacio, ¿Donde estaba?

Miro su cuerpo, estaban vendadas sus manos y sus piernas, estaba demasiado confundido en ese momento como nervioso, ¿Un calabozo? ¿Lo matarán? ¿Morirá?

—Veo que ya despertó majestad - era la voz del poeta.

Tenía una bandeja con sandwiches para el, esta ves solo vestía con una camisa blanca aremangada por encima de los codos, un pantalón marrón aterciopelado y su cabello suelto.

—¿Donde estoy? - se trato de parar pero la cola del azabache lo volvió a recostar.

—Estas en mi casa, no te preocupes - se sentó a la orilla de la cama - Por ahora solo tienes que reposar.

—¿Entiendo?... No hay-

—No hay guardias por aquí, además, llevas tres días dormido y no te encontraron, muchos nisiquiera saben como eres.

Estaba sorprendido por eso, realmente se nota que eran los mismos guardias.

—Es algo bueno - mencionó el azabache - Podré mostrarte el pueblo.

—¿¡Lo dices enserió!? - tomo el brazo del poeta y lo movió.

—Tranquilo - le dio un sandwich - Primero se tiene que recuperar su alteza.

—Estaré encerrado aquí ¿verdad? - bajo su cabeza, maldecía el haber quedado en ese estado.

—No estará solo - tomo el rostro con cuidado el rostro del doncel - Yo lo cuidare y protegeré majestad.

Phillip miraba atento al contrario, sus ojos que pese a ser de el café más oscuro como la misma tierra húmeda de los bosques, estaban tan llenos de esperanza y alegría, una sonrisa suave que conmueve a cualquiera que la vea, su cabello largo de color negro como la oscura noche y su piel clara lo volvía muy llamativo junto a la gente.

Mientras que Missa no apartaba la mirada de aquéllos ojos cafés como las avellanas y que con solo una mirada se notaba la curiosidad que tanto le caracteriza con ese brillo tan peculiar que mostraba, su cabello castaño y largo que resaltaba su piel clara e incluso suave la lana mas fina a su parecer, sus labios de un rosa durazno tan finos.

—Es mejor que comas algo - tomo la palabra el poeta.

—¿He?. . . ¡H-he si! Tienes razón - otra ves se presento aquella sensación en el, esa sensación que quería comprender.

—Cualquier cosa toca la campanilla.

—¿Qué campanilla? - busco a su alrededor pero no la vio, solo sintió un pequeño cosquilleo por el toque del poeta tras su oreja.

Tenía una campanilla en manos y se la entrego.

—Te veo luego príncipe - susurro a su oído para pasar a retirarse.

El doncel se quedó sin palabras en ese momento, realmente no se esperaba aquello, bueno, no se esperaba estar vivo a decir verdad pero ahora estaba afuera del palacio, era libre de esas paredes sofocantes, podía ser uno más entre la gente y no ser menos que ellos.

—Solo tengo que mejorar y podre conocer mucho más - susurro para si mismo.

Afuera del cuarto estaba el azabache con sus mejillas un poco rojas, pero tenía que seguir estudiando para la escuela.

Un pequeño ser alargado y peludo, con cuernos y orejas largas casi como su cola, pelaje negro con manchas blancas, la más peculiar estaba sobre su rostro que formaba su propio craneo se monto sobre su hombro para sacarlo de sus pensamientos.

—¿Qué pasa bolillo? - miro a su mascota.

Este miro a la puerta donde reposaba el doncel.

—El esta bien, pero todavía no puede jugar - recibió un colaso - Apenas desperto y no creo que allá visto un hurónus antes.

La mascota comprendió el mensaje de su dueño pero aun haci estaba molestó, Missa solo suspiro y se alejo de aquella puerta para dejar en paz al príncipe.

《 ꨄ 》

Es corto, lo se, pero vengo a avisar que el próximo sábado me mudare y pues, no podré actualizar, mil disculpas.

𝘗𝘰𝘦𝘮𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘱𝘭𝘦𝘣𝘦𝘺𝘰 / Mr.Phissa / Mpreg AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora