Día 5. High School AU

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(Nota: aunque la ship Hannigram es entre dos asesinos desequilibrados y tóxicos, cumplo con mi obligación de advertir que este capítulo puede herir algunas sensibilidades por la diferencia de edad entre los personajes. Así mismo me disculpo por la falta de calidad de esta historia, hoy fue un día muy duro y tuve que reescribirla como cinco veces hasta estar medianamente satisfecha; tenía demasiadas ideas en un ámbito escolar y se me hizo un lío elegir una sola, me saturé y por poco no subo nada. Para la próxima haré algo en condiciones).

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La secundaria podía ser una época maravillosa o terrible, dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, para Will era una mezcla de ambas etapas; tenía cosas buenas, como sus amigos y la posibilidad de ganar una excelente beca universitaria, y cosas malas como los idiotas que se burlaban de él por ser un consentido de los profesores. No es que le importara la opinión de un palurdo como Matthew, por ejemplo, pero era irritante que los tontos se creyeran con más derechos que los listos.

-¿Por qué se fijan tanto en lo que hago, a ver?- se quejaba con Beverly, su mejor amiga, mientras iban camino a la biblioteca.- Ni que les afectara en algo que quiera pasar mis ratos libres estudiando. Deberían ocuparse de sus propios asuntos si quieren graduarse con buenas notas, en lugar de fastidiar a chicos como yo.

-Bueno, todos saben que Matthew Brown es un imbécil para empezar- apuntó ella sin perder la calma, sabiendo que su amigo estaba pasando por mucho estrés y queriendo tranquilizarlo.- Él y su grupo molestan a todos por todo, no solo a ti. A las chicas, a los chicos, hasta a los profesores cuando les viene en gana. No deberías preocuparte demasiado, dentro de unos meses estarás en la mejor universidad de Baltimore y ellos habrán repetido el curso. ¿Quién se reirá de quién entonces?

Will soltó una risita, divertido por el panorama pintado por Beverly en su imaginación. Sí, los chicos como Matthew se contentaban con victorias mediocres, como gastar bromas a sus compañeros o hacer perder el tiempo a los maestros. Pero él sería alguien en la vida, a pesar de los bravucones que se empeñaban en molestarlo. Con decisión, empujó la puerta de la biblioteca para que pasara Beverly y luego entró él, decidido a aprovechar cada segundo. 

-Hoy deberíamos concentrarnos en Economía y Matemáticas- propuso a Bev, mientras desplegaban sus cosas por una mesa para indicar que estaba ocupada.- Son los exámenes que tenemos más cerca, y los profesores Lecter y Chilton son bastante exigentes.

-Estoy de acuerdo. A ver, tú cuida la mesa mientras yo voy a retirar los libros que precisamos. No me tardo- dijo ella marchándose a paso rápido, mientras él sacaba sus apuntes y les daba un vistazo. 

El profesor Chilton enseñaba Matemáticas, era muy bueno pero carecía por completo de carisma a la hora de tratar con sus alumnos. Tenía una mirada un poco perturbada cuando creía que nadie podía verlo, lo que había llevado a todo tipo de especulaciones sobre él (la más aceptada era que bebía en secreto). El profesor Lecter, en cambio, que enseñaba Economía, era un hombre cálido y amigable, que se había ganado la confianza de todos desde el primer momento en que pisara la institución. Era inteligente sin ser pedante, con paciencia para enseñar y con un don para ayudar a todos los que lo precisaran. Will justo lo vio pasar y pensó en saludarlo, pero un grupo de chicas del otro quinto año se le adelantaron; recordó entonces que, además de su simpatía y buen humor, el profesor Lecter era admirado por su enorme belleza, sobre todo por las chicas. A él no le cabía en la cabeza que lo encontraran atractivo teniendo veintisiete años, pero como no era su asunto, se olvidó de ello rápidamente y se concentró de nuevo en sus apuntes. 

-¡Lamento la tardanza, Will!- se disculpó Beverly al cabo de un rato, jadeando por el peso de los libros y tomando asiento enfrente suyo.- He tenido que esperar un montón para que la bibliotecaria me diera Teoremas Avanzados, al parecer han retirado cada ejemplar entre ayer y hoy. 

-Bueno, debimos suponerlo. Los demás también querrán prepararse para el examen de Chilton- dijo Will.- En fin, a lo que importa. Tenemos aproximadamente media hora hasta que… oh…

-¿Qué pasa?

-Te faltó uno, Bev. La Economía Americana en el Siglo XXI- especificó él, con el ceño fruncido.- ¿También retiraron todos los ejemplares?

-Bueno, quedaba uno pero se lo llevó el profesor Lecter. ¿No lo viste pasar recién? Se sentó en una de esas mesas reservadas del fondo, las que están para los profesores- contestó Beverly.

-¿Para qué demonios querría el profesor ese libro? Él debe de tener el suyo. 

-No lo sé, a lo mejor se lo ha olvidado en casa…

-Por lo que sea, pero nosotros lo necesitamos más. Espera aquí e iré a pedírselo, con suerte no le importa…

Will se levantó en silencio para no importunar  a los demás estudiantes, decidido a obtener lo que quería. El profesor Lecter era el único sentado en aquella zona apartada de la biblioteca, por lo que sería fácil abordarlo, ¿verdad?

-Disculpe, ¿profesor Lecter?

-¿Mh? Oh, pero si es el señor Graham, mi mejor alumno- lo saludó Hannibal de buen humor, sonriéndole.- ¿Te puedo ayudar en algo?

-Sí, señor. Verá, Beverly me ha dicho que retiró usted el último ejemplar de La Economía Americana del Siglo XXI. Y me preguntaba, ¿no le molestaría prestárnoslo por hoy? Lo necesitamos para prepararnos para su examen, señor. Espero que no le resulte incómodo. 

A Hannibal nunca le hubiera resultado incómodo ayudar a su alumno favorito. Will Graham, el chico más estudioso y sin dudas más adorable de todo el mundo. Con la rapidez que solo daba la práctica, recorrió cada centímetro del rostro de Will mientras éste hablaba, aprovechando lo cerca que lo tenía para grabárselo en la mente.

Will lo había vuelto loco desde que entrara a trabajar en Baltimore High, a principios de ese año. Lo habían seducido no sólo sus preciosos rizos oscuros, sus ojos azules como el mar, sino también su inteligencia precoz y su carácter tan bravo allí por debajo de la superficie. Hannibal siempre lo había visto, cuando estudiaba, cuando se defendía de los idiotas como Matthew Brown, cuando almorzaba esas horrendas comidas de la cafetería con tanto gusto. Y pretendía seguir viéndolo al año siguiente, cuando obtuviera su beca para la Universidad de Baltimore y él su nuevo empleo como profesor de Economía de la misma escuela. Una "casualidad" que pensaba aprovechar al máximo, porque al año siguiente Will sería mayor de edad. Nada ni nadie podría evitar entonces que lo conquistara, que lo hiciera suyo en cuerpo y alma, que le arrancara los ojos y el corazón a cualquiera que se atreviera a mirarlo con deseo. Ahora no lo hacía porque sus rivales eran adolescentes, y él no hacía daño a menores. Pero a adultos, de ésos no tendría piedad si se atrevían a interponerse entre él y su Will.

-Estoy seguro que lo harás muy bien en el examen- le aseguró sonriendo y dándole el libro.- Ánimo y a no preocuparse, ¿sí? 

-Muchas gracias, profesor Lecter. Es usted muy amable al decir eso.

-Solo digo la verdad. Que quede aquí entre nosotros, pero tú eres mi favorito, Will. Sé que vas a llegar tan lejos en la vida como te lo propongas.

Will regresó a su mesa sin saber por qué, de repente, había sentido una especie de turbación junto al correcto profesor Hannibal, el más querido de todos los maestros. Quizás, pensó, se debía a que muy pocas veces había estado con él a solas, y por lo tanto nunca había admirado de cerca esa belleza madura que encandilaba a sus compañeras. Al instante se sintió avergonzado por haber usado la palabra "belleza" en relación a su profesor, y se apuró todavía más para llegar hasta Beverly. Si Hannibal Lecter era atractivo o no, eso no era asunto suyo, ni lo sería nunca. No tenía sentido perder el tiempo con eso entonces, porque probablemente no volvería a verlo después de graduarse.

Hannigram Week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora