Capítulo 3: Luz y sombra

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Era el cumpleaños número trece de Lady Rhaella Stark, y cierto príncipe de cabello blanco no podía dejar de pensar en ella, pero no es lo que usted cree. En la mente de Aemond no recorría ideas sobre qué regalarle o en lo hermosa que se ponía con cada día que pasaba, sino el sentía como su corazón se contraía al pensar que su amiga podría estar en peligro. Todo había empezado cuando notó que su amiga tenía un moretón en su brazo, sencillamente ella respondió que se había golpeado contra una mesa en un descuido. Los días pasaron, aunque su preocupación solo iba en aumento en medida que se percataba de las heridas visibles o dolor físico que su amiga experimentaba. El principe corrigió su postura para ganar confianza mientras se miraba en el espejo. La capa negra se ajustaba a su figura, lo ayudaría a caminar por los pasillos encubierto, pero no podía ocultar la inquietud que ardía en su interior. 

—    No importa que sea, descubriré la verdad — el cantar de los pájaros fue la señal que le indicó que era momento de salir de su habitación. 

Si bien en un inicio Aemond se acercó a Rhaella por petición de su madre, terminó encontrando en ella una sensación que el no solía sentir: paz. Finalmente habia encontrado una compañera con la que podía compartir sus pensamientos e intereses,  y con un par de palabras podía borrar la molestia de un día plagado de bromas de su hermano mayor  y sobrinos. Ella era mucho más que una sencilla amistad así que el no podía soportar la idea que alguien la estuviera lastimando. Ella era su refugio y no permitiría que nadie se lo quite.

Después de merodear por la Fortaleza Roja finalmente encontró a su amiga en el patio de armas platicando con Ser Harwin Strong, el Comandante de las Capas Doradas . Mientras se acercaba con cautela, no pudo evitar senti un nudo es estómago al ver como Harwin despeinaba a Rhaella. Aunque eso fuera un gesto amistoso, el principe se pregutaba ¿Cómo ese hombre se atrevía a estar a solas con una doncella? ¿Acaso el de barba espesa no tenía suficiente siendo del amante de la heredadera al trono? 

—   No creas que solo por ser tu día tu entrenamiento será más sencillo, lady Stark – Advirtió Harwin con una sonrisa burlona y empujaba con palo de entramiento a Lady Stark para que tome distancia.

—   Sería una gran ofensa para mí si me dieras un trato especial— Respondió ella con una gran sonrisa mientras estiraba sus brazos.

Empezaron con ejercicios básicos de calentamiento, moviendo sus cuerpos y aflojando sus músculos. Luego pasaron a practicar algunos movimientos avanzados con la espada que hcieron los ojos del principe brillaran con orgullo, pues vio que ella era genuinamente talentosa y mucho más hábil que los pupílos de Sir Criston Cole, incluido el mismo. Aemond no pudo evitar preguntarse hace cuanto tiempo ella llevaba entrenando para estar a ese nivel. Sin embargo, sus ojos se estrecharon de ansiedad preocupación cuando el guardia la empujó con fuerza, haciendo que cayera al suelo y levantara una nube polvo.  A pesar de la caída y la herida en su brazo, la rubia se levantó con una determinación inquebrantable, sin mostrar señales de dolor. Continuó hasta que finalmente con un golpe certero de Harwin hizo que la de Rhaella espada cayera al suelo muy lejos de ella.

— No me cabe duda de que algún día podrás superarme, Lady Ella —dijo con orgullo, esbozando una sonrisa pícara —. Ten un excelente día y disfruta tu cumpleaños. Nos vemos mañana a la misma hora.

— Sería un honor poder derrotarte algún día, Ser Harwin. ¡Gracias por el entrenamiento! — Ella se dejó caer al piso exhausta y satisfecha por los resultados de su esfuerzo, en su cabeza no había duda de que se venían días increíbles que quedarian en grabados en su mente. Aunque Rhaella no lo supiera en ese momento; su corazonada era acertada; Esos días serían recordados por los libros de la historia de Poniente como el inicio del fin de los años de paz.

Secretos en la Corte | Aemond TargaryenМесто, где живут истории. Откройте их для себя