Parte 1

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Bright y Win se conocieron en el colegio

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Bright y Win se conocieron en el colegio. Y se amaban, desde los diez y nueve años, respectivamente.

Bright, Chimon y Win —este último un año menor que los otros dos— coincidieron en la formación general de estudiantes y sin saber que los tres serían omegas, formaron una bonita amistad. Bright se volvió el mejor amigo de Chimon, pero entre él y Win esa "amistad" llevaba algo más, un sentimiento más allá de lo que significaba ser solo amigos. Siempre juntos, siempre cuidándose. Bright cuidando de Win más que cualquiera. En algún momento entre esos años en que se conocieron y cumplieron los doce y se presentaron como lo que son, Bright creyó que se convertiría en un alfa y sería el compañero de Win, —quien demostraba todas las características de un omega— porque entre ellos podían diferenciar sus aromas —solo entre ellos dos— y el corazón les decía que el contrario sería el correcto.

Para Bright, el momento en que su condición de omega fue revelada, fue hasta cierto punto decepcionante. Bright era un omega, contra todo pronóstico de ser un alfa por su personalidad protectora y dominante, entonces, su única esperanza, era que Win, pasado un año, se presentara como un beta al menos. No le importaba quien fuera el que dominara, quería estar con él y había esperado tres años para poder confesarle su amor a su conejito, pero ahora debería esperar un poco más y rogar para que la naturaleza fuera piadosa y les permitiera estar juntos.

Win no esperaba que las cosas salieran así, también estaba enamorado de Bright y cuando éste se presentó como omega vio todas sus esperanzas volar con el viento. Algo dentro de él le decía que sería un omega y de ser así, no había ninguna posibilidad de que pudiera declararse a Bright algún día.

Las relaciones entre omegas no eran posibles, eso decía la gente, y su propia familia, que ya hacía planes para emparejarlo con un buen alfa cuando fuera un poco mayor. Entonces lo temido sucedió, al siguiente año, cuando resultó ser también omega.

Ese día había llorado mucho en brazos de Chimon. Él era el único que sabía de su amor por su osito y también sabía del amor de Bright por él, pero se le pidió guardar el secreto y así lo haría, muy a su pesar.

Después de eso, todo fue de mal en peor por un tiempo.

Bright quería seguir siendo el mismo con Win, al menos eran amigos y le bastaba eso para estar contento. No serían el alfa y omega que estarían juntos eternamente, con una marca y un vínculo que los uniera, pero eran amigos y lo serían siempre, pero para Win no era tan fácil, no quería conformarse con ser solo amigos y creyendo en que para poder olvidar sus sentimientos lo mejor era alejarse, se apartó todo lo que pudo, de manera sutil —pensó él—. Ya no salían al parque los tres juntos, como antes, siempre tenía una excusa para volver temprano a casa y encerrarse, incluso por su mente pasó el pensamiento de que si encontraba a un alfa se olvidaría del amor prohibido que tenía por su amigo. No era capaz de soportar su cercanía y saber que no podía decirle lo que sentía o imaginar que algún día llegaría el alfa destinado de su amor secreto y verlo entregarse a otro, tener cachorros y ser feliz con otro que no sería él.

Win ni siquiera quería pensar en qué él mismo encontraría a su alfa destinado y se unirían, sin embargo, quizás era lo mejor para olvidar y no sufrir. Intentaría encontrar a su otra mitad y tener una pareja, aunque seguro estaba de que ni siquiera eso haría que dejara de amar a su osito.

Con esas ideas nefastas en la cabeza, Win permitió que sus padres le presentaran a algún tipo al azar. Él apenas tenía doce años, pero su familia ya estaba "viendo por su futuro".

Unas pocas semanas después, apareció en el colegio con un alfa de su mano, mayor que él y en palabras de Chimon "el más grande idiota de toda la escuela". Bright no podía creer lo que veía, su conejito había encontrado alfa, a solo semanas de haberse presentado. No le parecía justo, pero quien era él para oponerse, o para reclamar. Un simple omega, enamorado de otro omega y su amigo además de todo.

Dolía, de verdad que dolía ver como Win seguía el rumbo de la naturaleza y él se quedaba amando a un imposible por el resto de su vida. Porque sabía que nunca encontraría un alfa para él, no lo quería, ni lo necesitaba. Su lobo lloraba por el pequeño de sonrisa de conejo y aroma a menta y era tan extraño y desconcertante sentirse así. No era como debía de ser, según lo que les enseñaban en la clase de ciencias.

Pero el destino no se equivoca, sabe lo que hace y cómo lo hace. Con el tiempo todo encontraría su lugar.

¿Qué, si era antinatural? ¿Si no estaba bien visto?

Si así estaba dispuesto por cualquier ser divino en algún lugar entre las estrellas. Simplemente, tarde o temprano... Debía de ser. Porque destino es destino y no hay fuerza que pueda contra él.

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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Destino (#2) - H.A #28Donde viven las historias. Descúbrelo ahora