Verónica Rodríguez

27 10 5
                                    

A la mañana siguiente, Malany se encontraba repasando todo lo sucedido en su mente

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

A la mañana siguiente, Malany se encontraba repasando todo lo sucedido en su mente. Admiraba las posibilidades, todo lo que la Gran Voz le había indicado durante la noche.

Ella sabía que la intención de su estancia la dirigía, inevitablemente, a que le fuera asignada una misión, pero las naturales ganas de que todo continuara siendo tal cual es, le estaban ganando en esa ocasión.

La alarma de su celular volvió a sonar y ella decidió que ya era momento de levantarse. De entre todas las personas, además, que le pudieron haber asignado, había tocado precisamente alguien de su escuela. Y aún más específico, alguien de su salón.

Por la cabeza le rondaban mil ideas de cómo abordarla. Lo seguía repasando aún y cuando estaba a punto de entrar a la clase, con las pupilas fijas sobre Verónica, la chica de la que le habían hablado la noche anterior en Life.

Verónica, por supuesto, también percibió su mirada. Se preguntaba qué era lo que quería aquella odiosa del salón. Desde el primer día de clases, no le había agradado para nada. Su grupo era parte del pequeño porcentaje de alumnos que repudiaban la "eterna amabilidad" de Malany.

Sin embargo, durante todo el tiempo que tenían estudiando juntas, jamás se había suscitado algo como lo de aquel día. Verónica notaba las pupilas de la chica escurriéndose por cada hora que transcurría. De a ratos, parecía que iba a hablarle de una sola vez, pero nunca se concretaba nada.

Los nervios comenzaban a ponérsele de punta. ¿Le iría a pedir un favor? ¿Sería algún tipo de colecta para poder financiar un proyecto de la escuela?

No estaba segura de qué tipo de interacción buscaba Malany con ella, pero de algo tenía certeza, aquello no le agradaba en lo absoluto. Deseaba que aquella horrible mirada se apartara de una vez por todas, así que, sin pensarlo dos veces, en cuanto la última clase terminó la chica de cabello negro se acercó al pupitre de la rizada.

—¿Tienes algún problema conmigo? —cuestionó de manera hostil.

El salón entero se quedó en silencio. Nunca nadie había empezado un pleito con Malany, aunque ese parecía ser el día en el que las cosas no fluían como siempre.

La amable chica se aclaró la garganta. Quizá había tomado demasiado tiempo para decidir la mejor forma de acercarse a Verónica, puesto que, a final de cuentas, fue esta última la que empezó una conversación. Ahora, tenía que acomodar rápidamente las palabras en su cabeza para poder emitir una idea coherente.

Cuando sintió que quizá podía externar algo con sentido, admiró su alrededor y se dio cuenta de todas las miradas encima suyo.

—No es ningún problema, pero sí necesito decirte algo... en privado.

Verónica giró los ojos y volvió a recargar las manos con fuerza en la paleta. Probablemente, eran sus ganas acumuladas de años por querer enfrentar a la chica, porque las respuestas de ésta no ameritaban que continuara una pelea; pero, al final de cuentas, el morbo ganó, y las personas alrededor no buscaban defender a la chica, sino descubrir si esto escalaría a más

—Si tienes algo que decirme, hazlo enfrente de todos —acusó la chica con mirada amenazadora.

Malany volvió a dar un vistazo alrededor y sonrió con ternura antes de seguir hablando.

—Quería que me ayudaras con la tarea de física —expresó levantando las manos a manera de paz.

Todos empezaron a cuchichear. Era bien sabido que la mejor en toda la escuela era Malany y que Verónica, al contrario, era una de las peores.

La última respiró teatralmente y se inclinó hacia atrás para hacerle un gesto de asco.

—No te burles de mí, matada asquerosa. No sabes con quién te acabas de meter. —Verónica dio media vuelta y se fue a su butaca.

Quería continuar el pleito, pero estaba incómoda con las expresiones de todos. Tenían miradas de burla, porque la mismísima Malany Chávez le había pedido ayuda en la tarea. Aquello no la hacía sentir más que una tonta. Lo único que quería era venganza.

.·。.·゜✭·.·✫·゜·。.

De camino a su casa, la chica de cabello rizado venía reflexionando sobre lo ocurrido. Pensó que había recibido las consecuencias de sobrepensar y que lo que correspondía hacer ahora era inventar una nueva manera de abordar el asunto. Sin embargo, muchas veces en nuestro afán de huir de una costumbre, volvemos a caer en ella, y así le sucedió a la chica, que se encontraba tan centrada en encontrar otra solución, que no escuchó a Verónica que corría para acercársele en la banqueta.

—Ahora sí, matadita, ¿qué me decías? —cuestionó la chica dándole un empujón.

Malany casi cae, porque estaba con la guardia baja, pero en cuanto recuperó la compostura, mostró una amplia sonrisa por tener una segunda oportunidad.

—¡Ay, qué bueno verte por aquí! —dijo la chica con alivio—. Lamento lo que pasó en el salón, no se me ocurrió una excusa mejor.

—Claramente —respondió Verónica cruzando los brazos. Estaba impactada por la reacción de la chica, pero no quería ahondar demasiado en el asunto, porque sin nadie alrededor, no encontraba el punto de pelear.

—Escucha, realmente necesito hablar contigo, ¿te molesta venir a mi casa? No está lejos de aquí, hacemos unos minutos en el camión. Yo te pago los pasajes.

Verónica quedó aún más sorprendida, ¿por qué era que la chica quería llevarla a su casa? De inmediato, las alertas se levantaron. ¿Qué tal que era una de esas chicas asesinas que parecen tan inocentes, pero que buscan a sus víctimas en silencio?

—Pero, ¿para qué? —cuestionó tratando de sonar lo más firme posible.

Malany buscó en su cabeza. No podía decirle la verdadera razón, o pensaría que había perdido la cordura por completo. Tenía una nube de ideas en ese momento y no quería volver a decir algo poco creíble.

—Necesito ayuda con un chico —soltó al final.

Eso sí tenía más sentido.

Verónica había sido conocida en la preparatoria por tener relaciones "envidiables", aunque todas habían terminado, nadie podía ignorar las hermosas declaraciones de noviazgo o los regalos por cumplir meses que ella recibía constantemente. La escuela se llenaba de rosas por ella.

—¿No tienes amigos?

—Los tengo, pero ninguno tiene experiencia en esto —respondió Malany.

El ego de Verónica se vio alentado, así que colocó una mano sobre la barbilla, como si verdaderamente necesitara pensarlo a profundidad. Acto seguido, miró de arriba a abajo a Malany con superioridad y se colocó las manos en la cadera.

—Bien, habrá mucho que hacer contigo. Honestamente, das la impresión de ser un poco insoportable. Vamos, también te costará unos Takis Fuego.

Verónica se encaminó por donde venía Malany y aquella despertó pronto de la impresión de haber cumplido la primera parte de la misión. Ambas pararon el camión y de ahí en adelante nada, volvería ser lo mismo. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Life ✨Where stories live. Discover now