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Por un mes completo (obviando los sábados y domingos), sin faltas ni retrasos, Minji ha recibido una cajita decorada con un brownie recién horneado dentro antes del inicio de clases.

Debe admitir que al inicio aceptó por pura amabilidad, porque no quería descargar su mal humor con dos personas que habían preparado un obsequio sorpresa para ella. Pero luego del segundo día aceptó porque así se lo dictó su corazón.

Cada que esas dos chicas se acercaban, sus manos sudaban y su corazón se agitaba, volviéndolo un manojo de nervios que apenas podía disimular.

Poco a poco sus malos días tomaron un color diferente.

Ya nada era sombrío, ya nada estaba apagado a su alrededor, ahora todo se había pintado de colores hermosos, todo era brillante y cálido.

Sin embargo, aún tenía dudas. Bastantes, en realidad.

¿Por qué ambas chicas se tomaban la molestia para sorprenderla? ¿Acaso amboas sentían cosas por ella? Y si así era, ¿debía dejarles en claro que no podía estar entre medio de dos amigas porque no era para nada sano?

No podía negar que ambas jóvenes eran adorables, bonitas y amables. De alguna forma le gustaban, pero dudaba.

¿Se puede sentir amor por dos personas a la vez? ¿Ellas aceptarían la confusión de Minji?

─ Buenos días, Unnie.

Minji levantó la cabeza, dejando de lado el libro que fingía leer mientras millones de preguntas se mezclaban en su cabeza, encontrándose con dos pares de ojos sobre ella.

Odiaba admitirlo, pero esas chicas le gustaban... un poco, pero lo hacían.

Sonrió.

─ Buenos días, chicas.

─ Eh, Un... ─ Haerin tomó la palabra, jugando con sus dedos de forma nerviosa ─. Danielle y yo queríamos saber sí... bueno... ¿t-te gustaría salir con nosotras el sábado?

─ ¿Las tres?

Minji se bofeteó mentalmente por sonar tan sorprendida.

─ E-está bien si no puedes ─esta vez habló Danielle ─ . Tal vez estás ocupada o-

─ No, sí puedo. Me gustaría mucho salir con ustedes.

Volvió a sonreír, removiendo los corazones de las menores.

─ ¡Bien! ─ ambas castañas le devuelven la sonrisa, sonrojadas.

Minji pensó que sería todo, pero una cajita le fue extendida.

─ Que no se pierda la costumbre ─ Danielle murmuró.

La mayor aceptó el regalo mientras un bonito sonrojo decoraba sus mejillas.

Abrió la cajita sin pensarlo, tomando el postre con una mano para probarlo de inmediato, chillando por la satisfacción que le provocaba el glorioso sabor del chocolate.

Sonrió en agradecimiento, luciendo aún más sus abultadas mejillas y las migajas que decoraban sus labios.

Haerin y Danielle podían jurar morir felices si lo último que verían sería aquella bella escena.

案 : 𝗕𝗥𝗢𝗪𝗡𝗜𝗘𝗦﹙𝗆𝗂𝗇𝖽𝖺𝖾𝗋𝗂𝗇﹚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora