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Capítulo 32. | ¿Boda?

Arriba os dejo una imagen de referencia a como puede ser Louis. Cada uno se lo puede imaginar de la manera que quiera.

Zara Di Ángelo.

Agarré el taco con decisión, observé la bola lisa y cerrando un ojo empujé la bola con intención de meterla en el agujero lateral derecho, con la mala suerte de que finalmente chocase con la esquina.

— ¡Joder maldita bola! – Maldecí.

— Shh. No blasfemes. – Me reprendió Louis desde el otro lado de la mesa de billar.

En su turno agarró el taco y apuntó a una rayada que estaba a punto de entrar en el agujero, pero, empujó la bola blanca con tanta fuerza que salió de la mesa y fue a parar a una botella de Whisky que había en un estante, rompiéndola en mil pedazos.

Ver aquello me hizo reír. Como estábamos aburridos habíamos decidido explorar el interior de la masía, llevaba aquí bastante tiempo y aún no era consciente de lo que había, por lo que bajando escaleras y abriendo ciertas puertas nos encontramos con una sala de ocio bastante grande. En ella había una mesa de billar, un futbolín, una diana y un gigantesco proyector para ver películas. También tenía una barra dónde guardaba una cantidad exagerada de alcohol y me vi preguntándome para qué querían tantos productos.

Quitando el hecho de que todo esto pertenecía a mi hermano y odiaba que tuviese lo que yo siempre había deseado, no iba a reprimir mi deseo de divertirme, si iba a estar aquí encerrada elegiría como perder mi tiempo. Así que aquí estábamos Louis y yo, en mitad de una partida de billar la cuál ambos íbamos perdiendo.

— Creo que entre el jarrón y esto le deberé una cantidad desmesurada de dinero. – Lamentó Louis mirando el estropicio que había formado.

— Que se joda. – Me encogí de hombros restándole importancia. – Dudo mucho que le fuese a importar un jarrón y una botella de alcohol.

Louis me miró pensativo, sabía que por su mente rondaban miles de preguntas, pero no se atrevía a hacerlas.

— Adelante. – Repuse observando mi próximo movimiento. El francés frunció el ceño sin entender. – Pregunta, sé que quieres hacerlo.

Louis se quedó callado durante unos segundos hasta que se decidió a preguntar.

— ¿Siempre te has llevado mal con tu hermano?

La pregunta no me pilló de sorpresa, de hecho, yo también hacía tiempo que me lo preguntaba. Era consciente de que no recordaba la mayor parte de mi infancia y de lo poco que recordaba estaba segura de que no aparecía esta nueva personalidad de Enzo. Ahora, la pregunta de verdad era ¿Cuándo había cambiado Enzo? ¿De verdad le había importado tanto el poder?

Posicioné el taco en la bola blanca y apunté a una bola lisa que estaba a punto de caer.

— Sinceramente la última impresión que recuerdo de él no se asemeja nada a lo que es ahora. Pero...– Le di un leve empujón a la bola blanca y ésta metió de lleno la lisa en el agujero. – quizás si que fue así siempre y no me había dado cuenta hasta ahora.