Siete

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TW: cortas escenas de violencia cerca del final, en el bosque prohibido.

TW: contenido maduro

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Llegar a Hogwarts fue más difícil de lo que Draco había pensado. Ni bien pisaron Hogsmeade, hubieron destellos por aquí y por allá, escudos y maldiciones rebotando entre las casas, sumado al estrépito que parecía una sirena y los gritos de Harry en su mente.

Se sentía agotado. Más que de costumbre. Si bien era cierto que utilizaba su cuerpo y habilidades de guardián para proteger lo más posible a Harry, aquello nunca le había generado tanta exhaución. Algo había cambiado, y temía que significara que su final estaba cerca.

Jadeó recuperando el aire mientras Potter hablaba con un viejo parecido al viejo de mierda de Dumbledore, que le daba paso a su propiedad.

—Cualquiera diría que tienes un fetiche con los ancianos, Potter —le dijo una vez, recuperado, en el momento que Aberforth se aseguraba que la puerta volviera a estar protegida.

Cállate.

—¿Y éste quién es?

No estoy seguro.

—¿Qué diablos haces aquí, Potter? —le espetó el anciano.

—Oye, cuidado con cómo le hablas a Potter, viejo.

Harry rodó los ojos.

—Dumbledore me dijo que–

—¡Ja! Por qué no me sorprende... —Aberforth se dio vuelta y sirvió té con un movimiento de varita— Mi hermano haciéndose el héroe.

Draco y Harry intercambiaron miradas. El anciano soltó una carcajada al ver la cara de asombro del pelinegro y le tendió una taza de té.

—No lo bebas —dijo Draco cuando el chico tomó la taza entre sus manos.

—Entonces... —comenzó el viejo—, ¿Qué haces aquí, Potter?

Harry presionó los labios.

¿Debo confiar?

—Nunca debes confiar, Potter.

Pero es hermano de Dumbledore.

—¿Acaso te olvidas que ese infeliz nos puso en esta situación?

Bueno, quiero decir... en algo nos ayudó.

—Si, ayudó a que casi mueras buscando las benditas esferas del dragón cuando pudo hacerlo él mismo.

¿Las qué?

Draco rodó los ojos.

—Sabes a qué me refiero.

Sólo preguntaré si sabe lo de la diadema.

—Sólo te hará un Avada... ¿estás demente?

A esta altura creo que sí.

—Potter, su puto hermano —dijo señalando al viejo— sólo puso en peligro tu vida. Te mandó con tus tíos abusivos para que te cuidaran; no hizo nada para que Black fuera absuelto y te cuidara y vivieran felices para siempre...

Bueno, ya entendí.

—Tengo que llegar a Hogwarts —contestó finalmente Harry.

—Órdenes de Albus, ¿no es así?

Harry sólo lo miró, hasta que Dumbledore se resignó y se puso de pie. Se dirigió al retrato de una joven mujer y habló con ella. Ambos se quedaron mirando cómo el retrato se alejó dejándolos solos con el señor.

La sombra del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora