Final: Capítulo 40

73 5 6
                                    

Decisión Final
.
.
.
.
.
.
.
.

Toco los pedazos de vidrio esparcidos en el suelo, sin poder creer que realmente haya hecho esto. Hoy aprendí que nunca hay que decir nunca. Quien crees conocer en realidad puede resultar ser un completo desconocido.

Al aceptar lo sucedido, me adentro en el espeso bosque, buscando el sendero que me llevará de regreso a las cabañas. Al llegar, agradezco en silencio que Maggie aún no haya regresado, ya que no tengo ganas de verla en este momento. Solo deseo llorar y sumergirme en el sueño para olvidar. Me dirijo al baño, donde me doy una ducha reparadora y permito que las lágrimas se mezclen con el agua que cae sobre mí. Para finalmente caer exhausta en la cama, dejando que el cansancio y la tristeza me envuelvan por completo.

Pierdo la noción del tiempo. No sé qué hora es, qué día o fecha. Esos datos se han vuelto innecesarios al perder el ánimo de existir. No debería sentirme frustrada o dolida. Lo que viví a través del espejo no debería afectarme, porque esa no es mi vida pero aun así, la añoro y la necesito como el aire.

—¿Quieres hablar? —pregunta Maggie al ver que no me he movido ni comido.

Maggie regresó en la madrugada e intentó hablar conmigo, para comprobar si estaba dormida. Solo pretendí estarlo porque no quiero hablar con ella ni con nadie. Seguramente ya sabe sobre la discusión que tuve con Grace, y ahora que esto ha sucedido con Darek, todo se ha complicado. Mi estado es lamentable.

—No tengo ganas, abuela —digo sin ánimos. No puedo ni abrir bien los ojos debido a lo hinchados que están.

—Grace me contó lo que pasó entre ustedes. ¿Quieres hablar?

—No quiero hablar. Déjame.

Mi actitud se vuelve tajante durante algunos días y mis ánimos están en cero. Mantengo distancia con todos y me limito a responder solo lo necesario, encerrándome en mi propio dolor. Siempre que las cosas no salen bien, me aíslo de todo. Es mi sistema de defensa, encerrarme en un caparazón hasta que el dolor disminuye o hasta que logro pretender que todo ha vuelto a la normalidad. Pero esta vez me está costando demasiado.

Esta mañana, mi abuela mencionó que nos iremos pasado mañana de este lugar, y eso solo ha empeorado mi estado. Sé que no debería estar sintiendo todas estas emociones, ya que sabía que en algún momento tendría que despedirme de todo lo que viví a través del reflejo. Pero aquí estoy, sintiéndome más miserable que nunca. Lo peor es que ya sabía que eso que estaba viviendo no iba a ser para siempre y, como una tonta, me aferré a la ilusión de que podría pertenecer a ese mundo.

Además de todo eso, comienzo a hacer cálculos mentales y me doy cuenta de que posiblemente ha pasado un año desde que dejé aquel mundo. Han transcurrido varios días en mi realidad y no puedo evitar imaginar la posibilidad de que Elliott y su padre me hayan olvidado. La idea de que el tiempo haya borrado mi presencia en sus vidas me llena de tristeza.

—Ya es suficiente —dice mi abuela, con su voz llena de determinación—. Hablaremos de lo que sea que te esté pasando. Llevas días en ese estado y ya no puedo ver cómo mi nieta se tortura.

—Creerás que estoy loca o que consumo drogas si te digo por qué estoy así.

—Habla conmigo, dime cómo puedo ayudarte.

—Déjame. Ya mejoraré después.

—Dime qué te pasa —insiste—. Háblame.

—No quiero que me juzgues.

—Jamás te juzgaría —se sienta al borde de la cama—. No siempre diré lo que quieres escuchar, pero siempre seré lo que necesitas. Y si lo que necesitas ahora es que te escuche, eso haré.

Más Allá De Las OlasWhere stories live. Discover now