Prólogo

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Alcanzar la mayoría de edad no era algo sencillo. Sobretodo si eras una adolescente con dieciocho años recién cumplidos que deseaba ir a la universidad, pero no tenía la suficiente fortaleza mental como para pasar de seis a diez años estudiando nuevamente ¿Realmente iba a poder soportar la vida adulta con todo lo que eso implicaba?

Vida adulta, trabajo, pagar deudas, conocer personas nuevas, sexo... no estaba preparada para ser una adulta todavía.

Eso pensaba mientras se miraba en el espejo de su dormitorio, después de haberse maquillado y arreglado su cabello negro de puntas rizosas. Ese día no se sentía lo suficientemente miserable para oír a Mitski, por lo que en su lugar puso una lista de reproducción para oír mientras hacía cosas como estudiar, jugar al Wow o masturbarse.

Mientras se echaba spray fijador en el cabello para que se mantuviera en su lugar durante todo el día, la sorprendió el coro de Mary on a Cross. No era la primera vez que lo escuchaba, por supuesto, por algo la tenía en su lista de reproducción, pero no le había afectado tanto como ese día.

Tu belleza en realidad nunca me asustó

Volvió a observar su reflejo; era pálida, gorda, tenía granos y pecas que sí, podían taparse con maquillaje, pero no quitaba que los tenía. Las pecas le parecían bonitas, pero los granos no. No eran algo que podría ser considerado bonito, eran bolas de pus, era como ver bonita una caríe o una uña encarnada. Lo mismo con su sobrepeso, no era positivo ni algo que debía ser saludable, sabía muy bien que era la única culpable de ello y debía dejar de comer tanto, pero siempre que lo intentaba recaía y no podía bajar de peso.

No quería pensar demasiado en eso, por lo que tomó su perfume favorito, Candy de Prada, y en vez de rociarse con él, se lo puso en los puntos clave; detrás de las orejas, en el hueco de la garganta, muñecas y tobillos. Creía que no necesitaba nada más para ir a la ceremonia.

Mientras iba en el coche rumbo al Rams Head Live! Ubicado en Power Plant Live! En E Baltimore casi esquina President Street, la frase de la canción no salió de su cabeza ni un instante.

Kara no se consideraba bonita, a pesar de que los amigos que alguna vez tuvo siempre alegaran que era una persona muy dulce y fiel. No era antipática ni por asomo, pero si era bastante tímida y tenía lo más cercano a ansiedad social.

En los únicos lugares donde parecía mermar esa timidez eran en sus clases de piano y en su habitación.

Era una pianista profesional en potencia, sin embargo, estaba completamente segura de que sería mucho más exitosa si fuera delgada y vistosa, pero como era «curiosa» pues era lo que había.

Mientras que su madre estacionaba, Kara y su hermana de trece años Amelie se adelantaron un poco hasta la entrada. Hazel, la madre de las chicas se encontró poco después y las tres se encaminaron hasta el anfiteatro, donde se sentaron en las butacas. Hubo varios discursos por parte de sus compañeros y cuando fue su turno para recibir su diploma, caminó de la manera más erguida y elegante posible, cosa difícil con unos tacones aguja.

A comparación de sus compañeras, su vestido era mucho más cute, pues escogió un vestido de satén plisado con estampado de rosas y mangas farol que conectaba con su cuello por medio de un choker. Con la faja que se puso debajo, disimulaba bien sus ochenta y cuatro kilos.

En el baile de graduación había llevado uno más atrevido, pero no consiguió que ningún chico la sacase a bailar, por muy bien que se maquillase, por muy bonito que vistiera, simplemente había algo que no gustaba a los hombres.

Eso la deprimió unos días, pero siempre trataba de mantener su mente ocupada en otras cosas para no caer en la miseria, que para eso tenía a Mitski.

Cuando la entrega de diplomas finalizó y fueron tomadas muchas fotografías, Kara volvió al coche de su madre y su familia partió rumbo al sitio favorito de la joven; la cafetería OneDo Coffee Roasters.

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