«Soy como una Belle Delphine pero sin vender el agua de mi bañera, eso fue asqueroso, pero ¿Qué es ese sonido?» Kara oyó de un callejón sin salida unos extraños ruidos, y sin una gota de sentido común, fue adentrándose poco a poco, estando detrás de un contenedor de basura. Lo que había en el otro extremo de la calle no era una escena del crimen, sino dos chicos muy atractivos teniendo sexo.

Su corazón latía tan fuerte que era como el galope de un corcel, se sentía involuntariamente excitada y con deseos de actividad sexual, bajó una de sus manos para revisar y en efecto, estaba empapada.

Estaba rompiendo la ley, pero ignorando las pautas de socialización humana básica, bajó sus bragas y poniéndose en cuclillas —cosa que con el cuerpo que tenía antes se le dificultaba mucho, ahora era mucho más elástica y atlética— empezó a acariciarse el clítoris y metió gentilmente un dedo en su vagina. Con su otra mano, se cubrió la boca para que los chicos no advirtieran su presencia.

Introdujo otro dedo y su urgencia fue tal que sus fluidos terminaron salpicando el suelo, lo único físico que no había cambiado había sido su voz. Sus pezones batallaban con salirse de su top.

—Ah, tan jodidamente sexy —se sorprendió a sí misma porque no era de hablar así. «Sí esto es un sueño, es demasiado real... y placentero, pero yo no hablo así por lo general, que le jodan a mis principios, siempre he querido ver a dos chicos follando, pero... esto no está bien, no me puedo detener.»

Cuando estaba tocando el cielo literalmente con sus manos en un ubérrimo orgasmo gracias a sus dedos, escuchó que uno de los chicos gritó y a Kara no pareció importarle demasiado que le vieran desnuda, parándose y corriendo lejos de la pareja hasta la estación de buses. En lugar de decir las ciudades o sitios aledaños, los destinos eran completamente desconocidos para Kara. Por alguna extraña razón, en sus bolsillos había bastante dinero, suficiente para un pasaje.

—Estoy en «Rainbow Town» ¿Rainbow Town? Esto tiene que ser un videojuego —pensó la chica en voz alta, comprendiendo por fin su actitud tan lasciva y desvergonzada—. Por supuesto, los personajes en este tipo de videojuegos viven cachondos y con ganas de sexo, supongo que aunque soy una persona real, de alguna manera me afecta estar en una obra ficticia, así que debo tener mucho cuidado, conservo mi mente humana, pero tengo el mismo deseo que cualquier personaje en un Eroge, por lo que... si me descuido, me pueden pasar cosas que no quiero.

«Si Rainbow Town es un videojuego de yaoi, Cherry Peach Land tiene que ser un videojuego de tematica lesbica, City of Desire y Vanilla Paradise tiene que ser lo que estoy buscando, iré con la encargada para que me pueda ayudar» conjeturó la chica de cabellos color chicle caminando hacia la cabina donde había una muchacha de atención al público, su ansiedad estaba atacando, pero la valentía la increpó, más que nada por ese deseo de salir de ese mundo, o de esos mundos o lo que sea.

—Señorita ¿Podría explicarme cómo son todas estas ciudades? Es que soy nueva aquí y no conozco nada de esto —la chica morena respondió con un asentimiento de cabeza y una sonrisa accesible.

—Por supuesto, se trata de cuatro mundos que viven perfectamente equilibrados, y se puede acceder a ellos mediante nuestros transportes: Rainbow Town es para nuestros clientes masculinos con gustos por su mismo sexo, Cherry Peach Land es para las lesbianas, y Vanilla Paradise y City of Desire es para los heterosexuales.

—¿Cuál cree que debería tomar? Estoy indecisa, ¿Cuál es el mejor para los heterosexuales?

—Sí fuera tú, tomaría el que va para City of Desire, es una aventura inigualable —si por algo no era conocida Kara, era por ser determinada, por lo que siempre terminaba tomando la primera opción como si no existiesen otras.

City of DesireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora