·Capítulo trece·

238 22 6
                                    

Capítulo trece.

Narra Eryx Rune.


Esposa, esposa, esposa...

   Mis pies se movieron con prisa desesperada detrás de sus pisadas por la nieve del bosque. Debía alcanzarla, tenía que alcanzarla. El sol golpeaba mi rostro cómo la peor de las armas.

—¡Aure! —grité.

   El eco de mi voz se perdió entre los árboles de un sector completamente desconocido para mí. Mis labios se separaron sin mi autorización, logrando que a mis pulmones entrara ese aire que faltaba. Mi pecho dolía por el esfuerzo que suponía. Fruncí el ceño, y cuando volví a gritar, la furia helada que retenía por dentro salió al exterior, deslumbrando mi verdadero ser.

—¡¡Aure!!

   Su cabello blanco se perdió de mi vista cuando dí vuelta a través de un grupo de árboles caídos. Eso logró detenerme en seco, provocando que resbalara levemente en la nieve. Mis manos congeladas se posaron en el tronco del árbol caído en el que le había perdido el paso a la reina de Himmel, sosteniendo mi cuerpo mientras recuperaba aquél aire faltante. Pero en lo único que podía pensar, era en su nombre.

Así que volví a gritar.

—¡¡¡Aure!!! —exclamé una última vez, recibiendo una respuesta dura.

—Deja de seguirme —oí su voz, casi inaudible.

   Me paralicé, quedándome tan quieto cómo era posible quedarse. Mis piernas se volvieron de roca, plantándose en el suelo junto a los troncos caídos. No podía distinguir de qué dirección provenía su voz, lo que me logró poner los nervios de punta. Lo único que podía hacer para descubrir eso era hacerle conversación. Así que desde mi posición de estatua, tan quieto cómo el humano promedio jamás lo estará, perdiendo mi mirada en el ambiente, hablé:

—¿Dónde estás? —pregunté, esperando tontamente que respondiera algo que revelara su paradero.

   Al principio, el silencio me aterró. Completamente solo en un bosque nevado al Sur de Himmel, probablemente tan cerca de los monstruos de Wilde Tiere que saborean mi sangre a kilómetros. Sí, fue un silencio largo; pero no eterno.

—Vete —ordenó por mi derecha.

   Giré en esa dirección, buscando con la mirada su oscura ropa, consciente de que su pálida piel y su claro cabello se fusionarán con la nieve del bosque.

—¿Dónde quieres que vaya? ¡No tengo cómo volver! —le recordé. Pero ese no era el verdadero problema. Mis manos subieron a mi cabello, desordenándolo con desesperación al gritar nuevamente. Aunque no hacía falta, la furia helada de la cuál desconocía su origen salió de mi garganta—. ¡Dime, Aure! ¡¿Dónde diablos quieres que vaya si los súbditos de un falso rey, tus súbditos, me buscarán después de que hayas asesinado a su santísimo?! ¡Explícamelo, cariño! ¡Dime también, si quieres, cómo volveré a un castillo que no es mío y le diré a cada persona que haya sobrevivido que su reina, además de abandonarlos, también me abandonó a mí! ¡Vamos, Aure Cyril! ¡Dime hacia dónde diablos quieres que me marche! Y dame por muerto cuando ponga un solo pie fuera de este bosque. ¡Incluso antes, porque no sabré salir de él! —concluí mi descargo.

   Respiré agitadamente, pestañeando con lentitud absoluta. Pero, nada más acabar, recibí más gritos.

—¡Deja de depender de mí para vivir! —gritó. Y esta vez no presté atención de dónde provenía—. ¡Tanto en mi castillo cómo aquí fuera eres un completo inútil! ¡No soy tu guardaespaldas, tu guardián ni tu sierva! —Mis claros ojos se posaron en el cielo, cómo si pudiera ver su rostro de aquél modo—. ¡Quiero huír de aquí, alejarme de mi castillo, mis pueblos y mi capital! ¡Necesito irme de aquí, Eryx Rune! ¡Y no habrá nada que me impida irme!

Reina Infame © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora