Capítulo 38

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En la sociedad, existían muchos flautistas, cuya melodía se materializaba en dinero. Para estos, el pueblo se resume a un infinito número de ratas que pueden contentar para que los sigan mágicamente hacia cualquier lugar para deshacerse de ellos en silencio. Pocos eran los que lograban analizar su entorno críticamente y con celeridad, esos lograban salvarse junto a unos pocos rezagados por razones inesperadas, casi como un milagro o simple golpe de suerte.

De primera mano, formando parte de una organización que suponía defender a los ciudadanos, Taehyung siguió por años infinidades de órdenes. Negar que se cuestionó muchas de sus asignaciones, no era posible, sin embargo, confiaba en que, de cierto modo, todo era un medio para un fin pacífico y positivo. A veces se necesitaba arrancar el mal de raíz utilizando un mal igual de crucial e intransigente. Él, como otros agentes, eran la mano que ejecutaba lo que sus superiores mandaban.

El cruce de caminos que su vida tuvo con la de Jungkook, no fue una fatídica casualidad como en el pasado creyó, todo iba mucho más allá. Sus padres, sus conocidos, ellos... Todos fueron peones condicionados a seguir la voluntad de hijos de perras como los que estaban reunidos en ese lugar.

Era gracioso y ofensivo ver como él fue exactamente como un perro en el que se implementó el experimento de Palvov. Con procedimientos conductuales lo fueron estimulando, quizás fisiológica y biológicamente, emparejándolo al neutro estímulo de la venganza y el dolor. Una persona que después de mucho aguantar el hambre del martirio, salivaba cuando frente a él colocaban un plato repleto de injusticias para que se alimentara. Esa era la campana invisible que le tocaban para hacerlo reaccionar, curiosamente, siempre funcionaba.

Ahora no era muy diferente, acepción de que esos malnacidos se metieron directamente con todo lo que él amaba, con las personas más importantes de su vida. Su noona, o mejor dicho, su verdadera madre y el único hombre a quien pudo amar, Jeon Jungkook. Esto era sin contar que también se metieron con la familia Jeon y con él mismo. Desconocía el método exacto en ese momento, pero mandaría a un sinfín de personas a hacerle compañía a Moonbyul en el infierno.

Jungkook y él compartían muchas similitudes, deseos y metas, reducir esa manada de repugnantes clarias a nada, era un objetivo que no evitaría alcanzar. Lo lograría así fuera la última cosa que hiciera en su vida. Podría abandonar el mundo feliz si se deshacía de esas jodidas escorias primero.

— ¡Perdonen! — La voz de Taehyung interrumpió la reunión, logrando que todos fijaran sus miradas en él. — Los Diamantes han crecido exponencialmente desde que yo estoy al frente.

El sujeto que había estado conversando con Bogum un rato atrás, el mismo que se encontraba a la cabeza de aquella amplia mesa rectangular, evidenciando su poderío, realizó una seña rápida. Segundos más tardes, todos abandonaron la sala a excluyéndolos a Bogum y a él. El silencio se sentía pesado, la habitación lucía vacía, pero las cámaras que divisaba le confirmaban que el ejército de ese hombre estaba a un segundo de distancia.

Con elegancia y un aire bastante intimidante, el hombre se levantó de su asiento. Bogum le imitó con rapidez como muestra de respeto mientras veía al mayor alejarse. Taehyung, a diferencia de él, permaneció sentado en su asiento, tomando uno de los palillos utilizados para limpiarse los dientes. Se percató de la mirada casi suplicante que le dio el actual director de la NIS, casi implorándole que se levantase, pero Mister D, el Desquiciado, no se comportaba así frente a personas que no merecían su respeto, menos innecesariamente. Sabía que debía guardar las apariencias, lo haría, pero a su manera.

— Creí que necesitábamos un poco de privacidad para continuar discutiendo sobre asuntos de semejante envergadura. — Musitó sentándose ahora detrás de un escritorio que, hasta ese momento, había estado oculto detrás de unas cortinas rojas.

Liquidator vs DesquiciadoWhere stories live. Discover now