Capítulo 22: Hija de las estrellas

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     La niña de cabello azul detuvo sus pasos sobre el suelo de aquel gran palacio, los gritos de sus padres resonaban por los pasillos. De nuevo lo mismo. 

     "Estamos muriendo y tú no haces nada."

     Hatysa arrugó las cejas y se ocultó entre una pared después de ver que su padre salía por una puerta. Se recargó y escuchó los pasos pesados. Los pasos de su padre se volvieron más ligeros conforme avanzaba. Y luego de la nada él se detuvo en el pasillo. Hatysa levantó la vista cuidadosamente y se encontró con la mirada azul del rey Neró’Steri. 

     —Parece que alguien me espía. 

     —Lo siento, no era mi intención. 

     Él hombre sonrió ligeramente.

     —Salgamos de aquí —le extendió la mano.

     Hatysa la tomó, pronto comenzaron a recorrer el pasillo.

     —Papá.

     —Dime.

     —¿Por qué mi madre y tú discuten tanto últimamente? ¿Por qué dice que estamos muriendo?

     El hombre de cabellos oscuros dio un suspiro pesado, no la estaba viendo a los ojos. 

     —Hatysa —se detuvo y por fin la miró—. ¿Recuerdas el relato que te conté a ti y a Alioth cuando eran más pequeñas? 

     —¿Sobre que algún día nos convertiremos en estrellas? —sonrió.

     —Sí. En nuestro mundo y por nuestras reglas, estamos atados a este planeta que nos vio nacer. Cuando llega el momento, un descendiente de la familia Neró’Steri se… —tomó una pausa, pensando. Respiró profundo—. Ese descendiente toma la decisión de formar parte del núcleo de nuestro planeta, es así como todos podemos seguir con vida. Somos parte de este lugar, así que nos convertimos en algo brillante y lleno de energía… algo parecido a una estrella.

     —Oh…

     —Pero todo tiene un límite, y este planeta está muriendo. Tu madre me está presionando para actuar, pero creo que puedo entenderla. Tenemos que hacer algo.

     —¿Tienes miedo?

     —Un poco.

     —Yo me quedaré contigo si estás asustado. 

     El hombre arrugó sus cejas y asintió.

     —Sí, lo sé… —tomó una pausa de nuevo—. Pronto abandonaremos este planeta. Tu madre tiene un plan, y el consejo está de acuerdo. Parte de ese plan consiste en extraer el núcleo para llevarlo a otro lado más óptimo.

     —Eso suena difícil, ¿cómo lo harán?

     —Haciendo sacrificios.

     —¿Sacrificios?

     —Hatysa.

     —¿Sí?

     —Quiero que desde este momento sepas que cada decisión que tome la hice pensando en ti y en lo que está en tu destino, incluso si me llegas a odiar, si sientes que te fallé… Yo no seré capaz, pero mi niña, la hija de las estrellas, sí. Hatysa, no le temas a la soledad.

     La niña lo miró confundida.

     —¿Por qué hablaba así? 

     El ruido de más pasos la hizo voltear por ese pasillo por el que había caminado con su padre. Vio a su hermana caminando junto a su madre. Ambas se detuvieron a unos pasos de ellos. Hatysa vio a Alioth a los ojos, y aunque vio una tristeza profunda en la mirada de su hermana, no la vio llorar. La reina Elkeid puso una mano sobre el hombro de Alioth, y la pequeña peliazul volteó a ver a su madre, sonriendo. 

Aestellum | LapidotWhere stories live. Discover now