Capitulo 1

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No puede gritar. Los ojos del dragón rojo la observan, increpan en ella y por un instante, Alicent puede jurar que el animal esta genuinamente pensando, meditando. ¿Debería asesinarla o no? Hay un rugido menor. Alicent ha presenciado rugidos, un dragón dos veces mas grande le rugió en la cara durante la coronación de su hijo Aegon, pero cuando Caraxes es quien le ruge, ella grita aterrada de frente al dragón y cuando menos se da cuenta, no esta gritando con miedo, sino con valía, con furia, con resentimiento y dolor.
Maldito Daemon. Mil veces maldito. Dicen que los dragones son el reflejo de sus amos y si lo eran, Alicent juraba que veía el mismo fuego en los ojos anaranjados de Caraxes que en los violetas de Daemon, quien ya le había quitado demasiado una vez.
¿Qué le quedaba? ¿Morir ella, sola, su familia entera pereciendo en manos de los Targaryen? ¿Por que debía importarle morir?

Caraxes parecía enojado, excitado y frustrado con el reto, porque había pasado de oler el miedo a oler conflicto y era la clase de dragón que jugaba con su comida. Le gustaba el miedo y le importunaba la valia.

Alicent se dio cuenta, cuando el rugido paso a gruñidos huraños y al Dragon echando fuego al techo de su morada, que estaba desnuda y mas pequeña de lo que se recordaba. Su piel estaba cubierta de negro, tenia cenizas en todo el cabello y el olor a dragón era fuerte y penetrante. Se toco los brazos, vio que su estomago no tenia ni una señal de haber pasado por tres embarazos exitosos y que su rostro carecía de ciertas arrugas que recordaba tener, incluso sus piernas, sus genitales y sus pechos lucían jóvenes, vírgenes, puros, como si jamás hubiese estado casada. Al sentarse Caraxes sobre una pila de su propio fuego y ceniza, Alicent sintió la confianza para recordar como respirar y hambre, mucha hambre, tanta, que su estomago rugio como una bestia pero no le quedo de otra mas que dormir, porque aunque estaba viva y podría ser comida de dragón en cualquier momento, no pudo sentirse asustada, no mas. Ante nada que perder, el miedo era tan poco, que no le asustaba ser calcinada o devorada por la bestia con la que compartía piso.

Cuando despertó, Caraxes no estaba, pero ella si seguía dentro de la jaula. Se levanto, su piernas temblantes la hicieron caer una vez, pero ella se levanto de entre las tripas de una oveja mal cocinada y se aproximo la entrada.

"¡Ayúdenme!" Grito, solo otro grito basto para que un guardián de dragón asomase la cabeza, asombrado, pálido y colorado un estado tras otro. Este salió corriendo por otro hombre y este por otro y pronto ella cubrió su desnudez como pudo, uno de ellos ofreció una de sus capas y ella se cubrió con la tela, que en su piel se sintió fría e incomoda, seguramente estaba febril y enferma y no le sorprendería.

"Tiene fiebre" Dijo uno de los cuidadores.
"Esta cubierta de hollín y cenizas, pero viva" Dijo otro. "¿Como sobrevivió a Caraxes?"
"¿Cuanto tiempo llevas ahí? ¿Cuál es tu nombre?" Solo tuvo respuesta para una de esas preguntas, a la par que sus ojos se llenaban de lagrimas. ¿Cómo se atrevían a preguntarle quien era ella? ¿Por que ellos no lo sabían? ¡Ella era la Reina!

"... Ali-Alicent Hightower" Fue lo único que murmura, con una voz que no era madura. Sino la voz que se recordaba teniendo diez tiernos años... E cinco o menos, alcanzaría los quince. La edad en la que toda su vida comenzó a irse en declive. La edad en que se caso con Viserys, la edad en que Rhaenyra la llamo traidora, la edad en que su padre le dijo que estaba orgullosa de ella por haberse vendido a un hombre que le doblaba la edad y estaba enfermo, todo por una corona.

Por amor o una corona... Pensó, y creyó que esa frase quedaba muy bien a su padre y a ella misma. Ella, por amor, había perseguido la corona. Su padre había perseguido la corona por amor, amor al poder. Amor a todo, menos a ella. Maldita ilusa, maldita niña ilusa. No supo cuando su llanto se había convertido en un ataque de histeria, pero los guardias y los cuidadores tuvieron que sacarla entre varios, argumentando que ella los golpeaba, que gritaba incoherencias y que los mataría a todos. Esos eran sus verdaderos deseos, claro, y los grito como la niña que era.
Dos días después de estar en Kings Landing, el que ella recordaba, su padre fue a su habitación con un maestre, este la reviso en silencio, hasta que fue el momento de revisar su demencia.
"¿Como te llamas, jovencita?"

Reina verde (Rhaenicent/Daemicent/Lucemond)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt