⏳ CATORCE ⏳

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Para cuándo la temporada en la que la villa se llenaba de turistas llegó, pasaron seis meses. Al mismo tiempo llegó el clima cálido y la ropa con estampado floral que le hacía a Jimin sonreír de manera automática. Esas flores rojas en un fondo azul le recordaban a la llegada de quién en poco tiempo se convirtió en su mejor amigo y especial confidente.

Del innombrable no hubo señal alguna y de algún modo agradeció eso, y también entendió que quizá por fin aceptó que lo mejor era que cada uno siguiera recorriendo su camino como hasta antes de que él llegara a la puerta de la villa en medio de un fuerte aguacero.

En ese lapso de tiempo pasaron muchas cosas, entre ellas, Jimin tenía por fin una recepcionista joven y amable que cumplía muy bien con su trabajo, aunque eso no significaba que por tenerla a ella dejaba de lado esa área que le hacía sentir cerca de los clientes. A menudo estaba él detrás del mueble atendiendo cualquier asunto relacionado a su villa, sobre todo cuando la época de turistas llegaba, justo como en esos días.

—¡Estamos llenos, jefe! —la voz jovial de Nina llegó a sus oídos haciéndole sonreír.

Nina Hart era una extranjera a la que la suerte acogió cuando Jimin más necesitado estaba de ayuda. Era americana, de Carolina del Norte pero llevaba un tiempo viviendo en Busan, trabajando aquí y allá, buscando una razón más para seguir en la ciudad y no verse obligada a regresar a su país de origen.

—En esta época del año el trabajo es mucho, Nina —Jimin dejó de lado su libro de contabilidad y deslizó sus anteojos redondos de su nariz hasta ponerlos sobre el libro—, pero las ganancias son considerables, y eso es muy bueno.

—¿Leíste el periódico de hoy? —preguntó la chica. Al ver a Jimin negar le acercó el ejemplar en la página que quería que viera—. Van a abrir un nuevo restaurante a una cuadra, jefe. Eso significa probable afluencia para nosotros. Es algo bueno, ¿verdad?

Jimin asintió sin quitar su vista de la página. Siguió leyendo sin poner especial atención en el parloteo de Nina, de todos modos nunca entendía mucho de lo que hablaba pero fingía que sí.

—Aquí dice que será un restaurante que trae una grata sorpresa incluida, ¿de que se tratará? —Nina se acercó y leyó el párrafo que Jimin señalaba con el dedo.

—He oído comentarios y hay altas expectativas sobre ese lugar —la chica vio a Jimin con esos negros ojos expresivos—. Dicen que la dueña es una mujer joven muy bella y altamente inteligente. Que para los negocios es como un sabueso de olfato fino —Jimin la vio un poco extrañado—, la han visto entrar al lugar por el que pagó una gran cantidad de dinero.

—Solo espero que esa sorpresa de la que hablan no sea un nuevo hotel porque ahí si que nos veríamos afectados —bromeó Jimin. Aunque la verdad era que si le importaba un poco. Un hotel tan cerca de su villa no era nada bueno.

—Cállate los ojos, jefe —dijo Nina en un tono lastimero—. Si eso pasa tendré que irme a limpiar el estiércol de los caballos de mi padre y no puedo permitirme que me diga te lo dije —hizo una mala imitación de la voz de su padre y Jimin solo atinó a reír y negar divertido ante la escena.

—Bueno, sigamos trabajando para mantener a nuestros huéspedes satisfechos y evitar que nos cambien por un hotel cinco estrellas.

—¡A la orden, jefe!

🔸

Yoongi salía de la sala de juntas con un notorio mal humor además de un horrible dolor de cabeza. Tan horrible como la personalidad de quién venía sonando sus tacones, casi corriendo detrás de él.

—Yonnie —le llamó descaradamente. Ella sabía que odiaba que le llamara de esa forma, y precisamente por eso lo hacía—. Yonnie, fui muy clara cuando te dije que era mejor cambiar tu forma de ser conmigo. Te dije que estaríamos muy cerca en el futuro, ¿lo recuerdas?

Después De Ti [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora