Prólogo

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Min YoonGi

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Min YoonGi

El aire de aquél mediodía era entre cálido y frío cuando deslicé la punta de mis dos dedos índice y medio por la superficie del hormigón pulido donde me encontraba sentado. La cobertura del muro tenía como adorno una larga fisura, que si no se trataba a tiempo se convertiría en una terrible grieta que rompería la estructura.

Suspiré y aparté los dedos hasta dejar mi mano nuevamente sobre mi pierna cubierta por el chándal. Levanté la cabeza y entorné los ojos por el ligero resplandor, daba gracias que el sol se hallaba detrás de gruesas nubes y hubiera un ligero viento que refrescara.

Varios estudiantes de distintas edades pasaron frente a mí por las enormes escaleras de hormigón, pero no quienes esperaba. Me mordí el labio inferior y de reojo observé la fisura que estaba a medio metro de distancia. Ahora que era consciente del desperfecto, no podía evitar verlo.

Me resultaba interesante cómo algo tan pequeño podría desencadenar en un desastre más grande. Aún si su efecto no fuera de inmediato, tarde o temprano ocurriría si nadie intervenía.

Tal como la vida misma en algunos aspectos.

—¡YoonGi hyung!

Una especial voz llamó casi a los gritos. Guiado por el sonido, dirigí la cabeza hacia abajo, al final de las escaleras, distinguí dos figuras conocidas.

Al tener mi atención, quién me llamó agitó la mano rápidamente para que me acercara. Quise rodar los ojos porque a él le gustaba llamar la atención y le divertía molestarme con ello porque yo prefería pasar lo más desapercibido posible. Algo que era imposible, sinceramente.

Agarré la mochila y me la coloqué en el hombro mientras me dispuse a bajar las escaleras poco a poco, algo que probablemente le haría desesperar. Faltando unos cinco escalones, podía ver el recibimiento matutino por parte del rubio risueño con su dulce mirada al sonreír, y la de un castaño de melena larga con su habitual media sonrisa, que solía ser el espectador de las pequeñas discusiones que formábamos el rubio y yo como broma para molestarnos.

Normalmente esa era la dinámica que teníamos los tres.

—¿Qué les costaba acercarse? No era necesario gritar —reclamé al tenerlos cerca.

—Porque de igual modo tendríamos que regresarnos, subiremos innecesariamente.

El rubio me abrazó por los hombros y comenzó a caminar conmigo en dirección al estacionamiento. Hice una mueca, pero no aparté su brazo, ya estaba acostumbrado a que fuera muy del contacto físico para demostrar su cariño porque era su forma de ser. Incliné un poco la cabeza para ver a Yi DuckYoung que nos veía con una expresión divertida.

—¿Tú no tenías clases hasta tarde? —inquirí.

Chasqueó la lengua y frunció el ceño con fastidio.

Cimientos Caídos | Min YoonGi [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora