La Señora De Demon [2da Temporada] || Melizabeth

Capítulo XLVII

La sala de juntas era un caos muy silencioso y lleno de gestos anonadados. Meliodas ejerció una mirada escandalosa y estupefacta. La sonrisa altanera de los abogados y representantes de Isabel se borraron en solo segundos. Zeldris, Chandler y otros presentes más quedaron boquiabiertos sin poder cuchichear u opinar entre ellos. Inés, sobre todo, quedó sin palabras, reflejando preocupación por lo que su hija demandó ante todos.

La mujer rechazaba su propio apellido. Y no uno común. Uno de vanidoso abolengo y apogeo.

— No puedes despreciar a tu apellido de esa forma tan inopinada. No es tan sencillo como piensa, señorita. — La intervención del abogado senil no se hizo de esperar. En su opinión, la postura de la albina estaba siendo riesgosa y medrosa; inclusive irreflexivo.

— Lo tengo entendido de antemano, licenciado, y debo presumir que ya estoy bien asesorada. — Esta vez, fue Bartra quien se levantó de su sitio y dejó a la vista de todos un par de documentos legales.

— En representación a la señorita Elizabeth, puedo consolidar la validez de sus actas. Ella efectuó al pie de la letra todos los requisitos para incoar la transición de apellido y la modificación de todos sus documentos. — El abogado deslizó su gafas sobre su angosta nariz y empezó a leer minuciosamente cada hoja — Como bien dijo, es una petición complicada y rara, pero no imposible.

Elizabeth sonrió a su tío. El plan era perfecto. No había forma que su abuela manipulara su vida marital si ya no existía ningún hilo que la conectará directamente con ella. En cuanto a su padre; él menos que nadie tenía la capacidad para controlarla; así que ya no se tendría que preocupar por lo que pasaría después con quienes se opusieran.

— ¿Está consiente de su petición? — cuestionó el abogado después de darse la tarea de haber revisado cada uno de los documentos, encontrando todo en perfecto orden. — Desligarte de la familia te dejaría prácticamente en ceros. Perderías todo a lo que tenías por derecho. ¿Entiendes lo que eso conlleva? — Como si se tratara de un intento por persuadirla en cada punto en desventaja, el hombre esperó con paciencia algun cambió de parece proveniente de la peli plata.

Sin embargo, antes de que ella diera una respuesta que determinara su negación ante todos, Meliodas intervino entre ambas miradas con una serenidad fría calando en sus expresiones faciales.

— Permítanme; necesitamos discutir esto a solas — Meliodas estaba consternado y en contra de las decisiones drásticas de su mujer. No iba a permitir que ella continuara perdiendo solo por ir nadando contra la corriente. Al menos no hasta que tuviera una razón. Así que, la tomó por la muñeca y la sacó de la sala de conferencias. — Elizabeth, ¿qué sucede por tu mente? ¡Estás enloqueciendo! — reclamó. — ¡No puedo permitir que hagas este disparate!

Elizabeth, sin borrar sus gestos de satisfacción, ya esperaba la reacción alterada del rubio después de habérselo ocultado durante días, sabiendo que él se negaría desde el comienzo.

— Lo estoy haciendo por nosotros. No pienso separarme de ti sabiendo que no hice nada para impedirlo. — Soltó una bocanada y relamió su labio inferior. — Escuchame, aún si algún día Isabel muere, estoy segura que algo hará para que su decisión perdure. Voy a quitarle todos los derechos sobre mí antes de que sea tarde. Estoy harta de ser un hilo condescendiente de esta ridícula alcurnia.

Renuente, Demon insistió negándose una y otra vez con un rostro de culpabilidad, acentuando sus ojos un sentimiento egoísta. Todo estaba siendo su culpa. Así lo sentía. Ella no tendría porque estar renunciando a su familia solo para complacer el capricho de estar juntos. Aunque se estaba contradiciendo también con ese argumento.

— Aún así... ¿no ves que tu propia familia se verá obligada a darte la espalda? Para Inés sería como perder sus derechos como tu progenitora. Se destrozaría si pierde su única hija y yo... ¡No voy a permitirlo! — exclamó con dramático tono de voz.