Una confesión fugaz

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Naruto

Teníamos alrededor de 15 años. Era una misión importante en la aldea de la Cascada.

Hinata, Kiba y yo estábamos en ella.

Era de noche, varios ninjas del emblema del riachuelo nos escoltaron alrededor de un carruaje que transportaba un señor feudal de alto mando.

Nos detuvimos en un pueblo pequeño para descansar del viaje. Los tres decidimos pasar la noche en otra posada distinta a la del señor feudal para no incomodar.

-- Listo -- Kiba mencionó cuando tomó los pases -- ya podemos descansar para mañana.

Con mi típico carisma, le sonreí a Kiba con un pulgar hacia arriba mientras me volví para hacer lo mismo con Hinata, pero ella desvió la mirada hacia otro lado, manifestando un ligero sonrojo.

Yo ladeé la cabeza confundido, ¿Por qué siempre se sonrojaba cada vez que la veía?

¿Acaso estaba enferma?

Siempre me hacía la misma pregunta.

Cada uno de nosotros escogió una habitación individual de preferencia. Nos cambiamos de ropa, visitamos los espacios de la posada y la cena estuvo realmente deliciosa. En especial cuando nos sirvieron ricos dangos con sabor a ciruela como cortesía de publicidad.

¡Que delicia fueron esos dangos! Perdí la cuenta de cuantos me comí esa noche. A las horas de dormir, las estrellas permitieron brillar el cielo oscuro. Su vista fue realmente seductora junto a la luna. Recuerdo que estuve recostado en el balcón de mi dormitorio por un largo tiempo con mi pijama, divagando en mis pensamientos, ya poco después, cerré lentamente mis ojos.

-- N-naruto...

Volteé enseguida a mi derecha cuando escuché esa tímida voz.

-- ¿Hinata? -- elevé una ceja extraño -- ¿Qué estás haciendo aquí?

"¿Cuando entró a mi habitación?" Pensé.

Observé como Hinata encogió sus hombros con timidez mientras jugaba con sus dedos índices, ligeramente sonrojada de nuevo.

-- Me... gustas -- confesó.

-- ¿Qué? -- yo me sorprendí.

Me levanté de golpe cuando escuché esa confesión, ella me sonrió, y de repente ví como sus ojos y piel clara destellaron como escarchas debajo del manto de la luna.

Wou... parpadee. Por un momento se me asemejó a una muñeca de porcelana.

Ella recostó su espalda en la pared para hacerme compañía. Yo no dije ni una palabra. Todavía estaba un poco aturdido.

Ella bajó la mirada al instante, pareció avergonzada y murmuró:

-- ¿Si sucede algo esta noche...?, ¿te gustaría?

"¿Gustarme? Pensé aturdido "¿A qué se refiere?"

-- ¿Cómo qué? -- pregunté rascándome una mejilla.

Ella ocultó su rostro. Sus mejillas volviéndose con un tono más intenso.

-- Como... esto.

Y me besó.

Su beso se sintió como un ligera pluma rozando los míos, fue tan veloz que ni siquiera me percate cuando los cubrió con su dulce brillo labial.

Yo quedé en shock por un momento, mi alrededor pareció que se detuvo de repente. Sin palabras para decir, ambos conectamos miradas fugaces.

One shots [Naruhina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora