- universo alterno.
- segunda parte.Cristian había empezado a seguir al rubio y el rubio había hecho lo mismo con el morocho.
Ambos se habían respondido par de historias tirándose chamuyos baratos, pero no se habían vuelto a ver desde la compra de las telas.— Lo quiero ver. — repite Cristian por vigésima vez en el día y Paulo rueda los ojos.
— ¿Tan lindo es loco? Te has enamora'o. — comenta con un acento haciendo reír a Cristian.
— Y sí, ya te dije que es re lindo. — asiente recibiendo el mate que Rodrigo le alcanza.
A pesar de estar en clase ellos están en la suya.
— Te juro que iría a comprar un jabón blanco al pedo para verlo nomá'. — asiente Cristian.
— Que obse' amigo. — ríe DePaul.
— Compra el jabón y traemelo para lavar las zapas. — comenta Paulo riendo.
— Yo lo haría, eh. — asiente. — El jabón no te lo traigo igual. — ríe asintiendo.
La última hora llega y los tres salen rumbo a la casa de Cristian.
Rosa los recibe cariñosamente, adora a los amigos de su hijo y viceversa.— Rosa, ¿O no que soy tu favorito? — pregunta Dybala y la mujer ríe.
— Soy yo el favorito. — Rodrigo le hace montoncito con la mano.
— ¿Qué hiciste para comer ma? — pregunta Cristian.
— ¿Qué me pediste que hiciera toda la semana, Cristian Gabriel? —
— El guisooooo. — alarga la última vocal festejando y Rosa ríe.
— Poné la mesa nene, que si no; no comes nada. — asiente.
Cristian pone la mesa para los tres, ya que sus hermanos no están en la casa y Rosa suele almorzar antes para después ir a trabajar.
— Soy el pibe más feliz. — comenta Cristian y sus amigos ríen.
Después de comer, Rosa se prepara y le deja plata a su hijo sobre la mesa.
Cristian frunce el entrecejo y pregunta:— ¿Para qué la plata, ma? —
— Necesito que vayas y compres perfume de ropa y un palo de escoba, que tu hermano lo rompió boludeando. — comenta pensando en la pelotudez que hizo su hijo.
— ¿Eso lo compro a donde fuí el otro día? — pregunta deseando que la respuesta sea un sí.
— ¿De quién te enamoraste ahora Cuti? — pregunta su madre y Rodrigo junto a Paulo se carcajean por la deducción totalmente acertada.
— De nadie ma, ¿Qué decís? — chasquea la lengua fingiendo desinterés.
— Ajá. — niega con la cabeza. — Y sí, tenés que comprar ahí donde fuiste la otra vez. — asiente y a Cristian se le escapa una sonrisa que lo deja en evidencia.