Charles Leclerc. Le llaman Il predestinato. El niño bonito de Mónaco. Rico, famoso pero con un odioso destino que cumplir. Enamorarse no es una opción para él.
Diana De Luca. Un pasado marcado por la tragedia que la ha hecho desconfiar de todo llev...
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📅 LUNES 9 DE ENERO DE 2023
📅 TRES DÍAS DESPUÉS
Cojo el rodillo y golpeo la masa que tengo delante con frustración. Los golpes resuenan en la madera con pesadez acrecentando aún más mi disgusto. Muevo mis brazos de delante a atrás, aunque sabiendo que no estoy prestando mucha atención a lo que hago. Se supone que cocinar relaja. Que el hacer un dulce me tranquilizaría y dejaría de pensar, pero, no es así. Estoy cada vez más enfadada.
- ¿Quién gana? ¿tú o el rodillo? -Charles aparece en la cocina mirándome con diversión.
Por unos segundos me olvido de lo que me pasa y de lo que estoy haciendo, mirándolo ensimismada. Esa camiseta blanca que lleva, se ajusta perfectamente a su cuerpo marcándole la musculatura de los brazos. Se acerca lentamente hacia donde estoy. Tengo que tragar saliva intentando aplacar mis nervios, pues su sola presencia consigue alterarme.
- ¿Qué te pasa? -Charles se coloca justo a mi lado. Me concentro en la masa, algo que es difícil cuando él me aparta un mechón de pelo de la cara poniéndomelo detrás de la oreja. Solo ese gesto y ya me tiene temblando.
- Tengo que escribir una escena de sexo. Algo nuevo entre los dos protagonistas. Y no se me ocurre nada. Estoy bloqueada. Porque quiero que sea algo impactante y no los putos polvos de siempre... ¡y no soy capaz, joder! -cojo el rodillo y lo estampo de nuevo contra la mesa. La mirada divertida de Charles hace que entrecierre mis ojos y casi le gruña.
- ¿Te ayudo? -se ofrece él con un tono de voz bastante divertido.
- Pues no sé como, la verdad -le contesto medio gruñendo. Odio cuando quiero escribir y no puedo.
Ni siquiera soy consciente de que Charles se ha colocado detrás de mi. Sigo amasando el hojaldre pues quiero hacerlo de manzana. O por lo menos, intentarlo. Pego un brinco al sentir las manos del monegasco directamente en mis pechos. Su boca se posa en mi desnudo hombro arañándome este con sus dientes.
- Podías hacer que los dos protagonistas -empieza a decirme Charles. Sus manos aprietan mis pechos arrancándome un fuerte gemido que retumba en toda la estancia. Todas mis terminaciones nerviosas se ven alteradas por su causa, pues es tocarme Charles, y ya me encuentro a su merced- se encontraran en la cocina...
- ¿Y? -mi voz apenas en un susurro, pues sus dedos pellizcan mis pezones a la vez que su boca sigue martirizando mi cuello.
- Mejor te lo demuestro.
Charles me gira y sin previo aviso me levanta y me sienta encima de la mesa. Jadeo de la impresión, pero, esta me dura poco cuando él se coloca entre mis muslos. Sus manos están en ellos deslizándolas muy lentamente hacia arriba. Mi respiración empieza a incrementar su velocidad y me cosquillean los labios desando besarlo. Mi vestido es alzado y dejado a un lado en cuanto me desprende de él. Se relame los labios y estos van a mi cuello hundiendo su rostro en el. Mis manos buscan el borde de su camiseta, pero él me las sujeta negando con su cabeza.
