Capítulo 15.

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—Capítulo 15—.

“El merecido nido de amor”.

«¿Dónde estoy? Me duele tanto la cabeza que no puedo pensar en nada, no recuerdo nada».

—Todavía no sé cómo decírselo. ¿Crees ser capaz de decírselo tú?

Escuchaba la voz de Hange, pero no muy claramente. Sus ojos pesaban tanto como rocas, no podía abrirlos, podía escuchar voces, pero, era difícil hacerlo. Estaba algo cómoda, al menos eso era suficiente para ella, estaba cubierta por un edredón y, aunque le doliera la cabeza, sentía que debía dormir un poco más.

Apenas y podía sentir su propio cuerpo. Se hubiera dormido, de no ser porque escuchó la voz de su pelinegro capitán. «¿De qué hablaban exactamente?» se preguntaba ella.

—Ésto no será tan fácil, Hange.

No entendía de qué hablaban, apenas y había despertado. Ellos estaban hablando ahí, seguramente en la misma habitación que ella. Entonces, recordó toda la sangre, las exposiciones, Annie, Reiner, ellos estaban muy mal. Había mucha sangre sobre ella, ¿Qué había pasado después?

Ah sí, Levi la llevó al barco en sus brazos. Él era como un príncipe de los cuentos en los libros, ¿Cuán difícil debió haber sido para él ocupar el equipo y, llevarla en sus brazos con tantas heridas? Le agradecería en cuanto pudiera al menos abrir los ojos, porque realmente sentía como si un titán hubiera pasado sobre ella miles de veces, apenas y sentía los dedos de las manos y pies.

Su cuello estaba tan tenso y, su cabeza dolía tanto que, seguramente se quedaría inconsciente de nuevo. Pero, claro, necesitaba mucho descanso, apenas iban en el barco hacia el puerto para hacer despegar la aeronave y, así, detener el retumbar. Eren, Eren... debía ser fuerte para poder encontrarse de nuevo con él y darle un puñetazo en la boca por haber hecho sentir mal a Mikasa.

Esa absurda teoría. Definitivamente era mentira. Levi había estado tan tranquilo mientras ella luchaba, no tenía ningún instinto ni era su esclavo, él mismo le deseó suerte en la pelea y, le dijo que confiaba en ella, tan sólo se disculpó por no poder pelear a su lado en ese momento. Amaba que Levi aceptara tomarse el tiempo para recuperarse, era lo mejor para él. Tendría unas grandes cicatrices, pero, realmente a ella no le molestaban en lo más mínimo.

Las cicatrices, para ella, eran batallas ganadas. Hange había perdido un ojo, pero, valientemente sobrevivió y salvaron a Eren, incluso salvaron a todos de Rod Reiss. Todos tenían cicatrices, algunas visibles y otras que no se podían ver a simple vista, a menos que hablaras con esas personas. Las cicatrices en sus muñecas, las marcas de heridas que fueron provocadas por aquel hombre que le hizo tanto daño, las cicatrices que ella misma se generó, sólo le recordaban que había vencido. Que a pesar del deseo de morir, de él sufrimiento, del miedo, ella venció.

Las cicatrices eran como trofeos. Eran como esas medallas y méritos que le entregaban por su excelente desempeño. Incluso, podía decir que, le enorgullecía más ver esas cicatrices que, le demostraron que no se dejó vencer por el dolor o, el deseo de no respirar más. Estaba ahí, viva, en casa, con Levi, su hogar con piernas y, que se movía a todos lados junto a ella. A veces se alejaban, pero, luego regresaba a casa, al corazón de ese enano amargado.

—No es tan fácil, Levi. Hablamos de una parte de ella, no será tan fácil asimilar que ha perdido la audición; aunque todavía pueda escuchar por un oído, será tan difícil como cuando yo perdí mi ojo, sigue afectándonos.

—Es fuerte. Sé que podrás con ésto.

—Tampoco te atrevas a decírselo como si nada, o te mataré.

OLIVA [Levi x Reader] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora