Las cómodas sandalias

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Como la primera vez, mi memoria sobre lo sucedido no es del todo clara, aunque sí lo sentí más vívidamente. Como si la barrera entre yo y Mi Otra Parte se hubiera achicado un poco. Aun así, no puedo decir que fuera muy agradable.

La primera reacción, además de que la sangre prácticamente huyó hacia mis partes bajas, fue lanzar mi cuerpo contra la felpuda plantilla. Los mohosos filamentos acariciaron mi rostro, embadurnándolo en sudor. La gran parte de la superficie estaba marcada por el pie de Midnight. Uno podía ver con claridad su silueta si seguía las zonas donde las hebras estaban chatas, casi fusionadas unas con otras. En las áreas donde la presión no era tanta como el arco o entre los dedos, las hebras me llegaban hasta la cintura por lo que estar acostado allí era como estar acostado en un pastizal alto. Un pastizal alto, mojado y hediendo.

—Semejante aroma —dije, o dijo Mi Otra Parte. Fue difícil no sentir vergüenza ajena al oírme babear por las pantuflas usadas de mi profesora.

Mi Otra Parte hundió mi nariz en la plantilla. Inhaló lo más fuerte que pudo. El aire allí era diferente al de dentro de las botas. No sabría decir si peor o mejor, aunque dudo que algo así pudiera calificarse como bueno. Mientras que el de las botas recordaba al de una sauna apestosa, el de las pantuflas era tibio, pero muchísimo más espeso. Cada vez que respiraba era como si me hubiera tragado un bidón de agua de una y quedaba mareado. Tanto tiempo absorbiendo el sudor de Midnight generaba eso.

Luego de un rato, comencé a rebuscar entre los cúmulos de hebras. Entre ellas, adheridos debido al liquido salado, encontré trozos negros de roña, muy similar a los de las botas. En mi mente cerré los ojos e intenté preparar el estómago de alguna manera. Mis manos se cerraron alrededor de la sustancia viscosa y la elevaron, al mismo tiempo que Mi Otra Parte abría mi boca.

Pero de pronto el zapato enteró se sacudió. La gravedad se invirtió y caímos de espaldas hacia la punta.

El ojo azul marino de Nemuri me observaba desde la entrada.

—Intenté dormirme, pero no podía ignorar que estuvieras en mis pantuflas haciendo no sé qué. Ahora lo entiendo. De verdad tienes muy mal genio o eres simplemente descortés. Dejándome fuera de este juego.

En parte tenía razón, aunque confesar que quería dormir en sus zapatos ya me había costado bastante. Algo me decía que iba a aprender a hablar por las malas.

—Ya veo. —dijo. El ojo le brilló por un momento— Así que tu otra parte quería salir a jugar de nuevo. Estos jóvenes y su vitalidad inagotable. —la heroína acercó su nariz al interior y olfateó. —Maldición. Estoy esperando a que se rompan para cambiarlas porque trato de aprovechar mi sueldo de docente, pero a este paso... Aunque a ti parece no molestarte el olor.

Mi Otra Parte respondió como solo sabía responder.

—No, Diosa Midnight.

—¿Te gusta?

—Sí, Diosa Midnight

—Pruébalo.

Tragué saliva en mi mente. No sabía si Midnight era consciente de que yo también sentía todo lo que Mi Otra Parte hacía o no. Quizás lo hiciera como una forma de castigarme por no confiar en ella. De todas formas, allí iba.

Poniéndose en pie sobre la punta, Mi Otra Parte volvió a hundir mi rostro entre las hebras lavanda. Sorbió con tanta fuerza que hizo que mi cabeza doliera. El rotundo golpe del hedor llegó detrás.

Mientras tanto, Midnight parecía entretenida de verme someter mi cara al almizcle generado por sus pies.

—Puf, bien me has convencido. —dijo. — Me agradas porque detesto a los mentirosos. Y a los que ocultan información adrede. Tu eres trasparente.

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⏰ Última actualización: Apr 08, 2023 ⏰

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My Hero Academia: Un quirk problemáticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora