Capítulo 5: Resolución inesperada (por la Dra. Polo)

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Tenías un privilegio que nadie tenía: la oportunidad de hablar luego de desafiar. Muchas a las que considerabas iguales a ti ni siquiera habían tenido algo similar a eso, viviendo incluso dentro de la responsabilidad y la obediencia. Lo que tus señoras llamaban simplemente 'criadas' eran mujeres para ti, personas; gente que murió por menos de lo que tú habías hecho para casi llegar a ese punto.

Así que obviamente aprovecharías esta oportunidad.

Lady Dimitrescu las había guiado a Cassandra y a ti a su estudio, y cuando por fin se encontraron allí, tu oportunidad para hablar no se te concedió como tal sin que primero la Dama rompiera el incómodo silencio.

─No sé qué clase de lugar creen que es este, pero no pienso tolerar ninguna clase de pleito carente de sentido o la más mínima falta de respeto bajo mi techo. Esta es mi casa, nuestra casa y la de tus hermanas, Cassandra. No quiero disturbios ni comportamientos indecorosos aquí cuando he expresado explícita y solemnemente que no están permitidos. ¿Y frente a una recién nacida a la que custodias como a tu propia hija? Esperaba más que esto, hija mía. Me has decepcionado.

─Madre, ¿puedo explicar lo que en realidad sucedió? Creo que ha sido todo producto de un gran malentendido, no sé qué es lo que te ha dicho Bela pero puedo asegurar que-...

─Bela solo me pidió que me presentara allí abajo con urgencia. Yo misma iba en camino luego de escuchar gritos y el llanto de lo que creo era una niña a la que no atendiste como corresponde, cuando es tu responsabilidad absoluta, Cassandra. Según tengo entendido y corrígeme si mi memoria no es buena, creo que no te crié para que repitas actitudes como estas, jovencita. ¿O me equivoco también?

─No, madre. Estás en lo cierto. ¡Pero yo no quería desatender a Eleanor! ─Cassandra ahora te señala con su hoz─. ¡Esta insolente mortal alteró nuestra paz gritando y haciendo un escándalo por una hija que dice que es suya! ¡Se coló en nuestro personal y planeaba llevarse a Eleanor!

Tenías muchísimas ganas de corregir el nombre que le dio a tu hija; de refutar las incongruencias que escupía Lady Cassandra y dejar en claro que estaba en tu derecho, para empezar, criar a una niña que es tuya. Una niña que trajeron hasta aquí y de la que se apropiaron sin siquiera molestarse en buscar a su verdadera madre; sin preocuparse en tener un mínimo de empatía por la persona que seguramente la estaría buscando. ¿Realmente ni siquiera se molestaron en hacer un cartel o algo donde plantearan un aviso sobre una niña perdida? ¿Sin más te dieron por muerta a ti o simplemente lo pasaron por alto?

Le dieron un nombre y la unieron a su... particular familia, donde claramente no debería estar. ¿Y tú tenías que prescindir de criar a tu propia hija porque sí? ¿Porque creen que son superiores a ti en derechos y en lo que sea que ellas tengan y presuman? ¡Era injusto, totalmente injusto! ¿Por qué no podrías llevarte a tu hija? ¿Por qué no podías reclamar lo que era legítimamente tuyo? Merecías poseerlo y cuidarlo mucho más que la 'persona' que se hacía llamar su madre ahora.

Esto tenía que ser una muy mala broma. Era lo último que te faltaba vivir, esto y que el carruaje del Duque se desmorone sobre ti la próxima vez que vayas a comprar algo. Estás a tan solo un par de pasos de una muerte tonta y fatal.

─Tengo dos importantes asuntos que atender entonces. Espléndido ─Lady Dimitrescu resopla y camina hasta su escritorio, buscando lo que pronto reconoces como un cigarro para satisfacer su aparente necesidad de fumar cuando se estresa.

¿La supuesta abuela de tu hija era entonces una señora de un siglo de edad, que vive a base de lujos y encima es fumadora? Oh, tu niña se sacó la lotería de la familia rara y disfuncional. Si ella pudiese entenderte ya estarías trabajando en las diapositivas de la reunión familiar para fin de año.

«¡¿Qué le has hecho a mi hija?!» || ᶜᵃˢˢᵃⁿᵈʳᵃ ᴰⁱᵐⁱᵗʳᵉˢᶜᵘ ˣ ᴸᵉᶜᵗᵒʳᵃWhere stories live. Discover now