CAPITULO 1

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Después de que hayan tomado un bote por el mar para ponerse a salvo. Luis vacila en el muelle y Leon se da cuenta de su inquietud, de su confusión ante la situación. Él sonríe, un pequeño gesto de sus labios, y extiende su mano.

-Vamos- dice -No pensaste que te íbamos a dejar en este agujero de mierda, ¿verdad?

-No, pero pensé que te llevarías a la princesa a casa- responde Luis -No puedo ir a América

-Vas a ir con nosotros de una forma u otra. Quieras o no

Luis todavía parece no estar convencido, es como si se estuviera entrometiendo en algo que no debería atreverse a tocar.

-¡Hablaré bien de ti con mi padre!- Ashley dijo -Pronto estarás nadando en riquezas y damas- dijo con un tono burlón

-Ahora con eso, preciosa, puedo estar de acuerdo- Luis sonríe maliciosamente mientras Leon pone los ojos en blanco. Toma la mano que le ofrece Leon, sus dedos helados en los cálidos guantes de Leon. Probablemente otro síntoma de la pérdida de sangre después de la gran pelea en la isla

Mantiene alejado el contacto por un momento más de lo necesario, observando el nerviosismo de parte de Luis. Leon, si se atreve a suponer, solo puede adivinar que el otro teme que se revele su oscuro pasado, y se encontrará en una celda de prisión en lugar de una mansión. La idea es descabellada para León. Luis fue en parte el héroe de esta historia, tanto como él mismo, independientemente de los errores del pasado. Pero a un hombre que llevaba tanto remordimiento en el alma como Luis, eso debe parecerle incomprensible e imperdonable. La culpa, al menos, es algo con lo que Leon puede empatizar. Sus errores también perjudicaron a la gente.

Aun así, León acaricia con el pulgar los nudillos de Luis. Es una comodidad mínimamente pequeña.

Un mentón barbudo se inclina en su dirección. León asiente, el mismo gesto que Luis le devolvió en el pueblo, y el otro sonríe, pequeño, tímido, fuera de lugar en él, pero genuino.

De alguna manera, es suficiente.

-Así que voy a pasar mi tiempo en Estados Unidos, ¿eh? Es una pena, la comida es horrible- dice Luis con alivio, el cabello ondeándose con el viento cuando el motor del bote se pone en marcha. Su rostro está iluminado por los rayos de sol que se asoman a través del cielo abierto, alcanzando todos los lugares de su mandíbula y nariz, iluminando sus ojos color chocolate que brillan como soles en una noche estrellada. Leon puede ver ahora por qué era un asesino de damas tan autoproclamado. Luis es una luminaria, de naranja, amarillo y rojo cuyo fuego es tan tentador.

No se da cuenta de que está mirando hasta que el otro se vuelve hacia él.

-Te gusta mucho sacarme de mi zona de confort, ¿eh, Sancho ?

-Considérelo parte de su enmienda- dice Leon. Se recuesta, cruzando los brazos -Y nuestra comida no es tan mala

Luis sonríe, palmeando al otro en el hombro.

-Ya veremos

-¡Oigan, miren hacia arriba!- Ashley interrumpe sus disputas y señala al cielo. Efectivamente, hay un helicóptero de rescate que se avecina.

-Oh Dios. Pensé que tendríamos que nadar hasta llegar a casa- Leon comparte una sonrisa con Ashley, justo cuando Luis se pone rígido al instante -Vamos, príncipe azul- continúa, bromeando pero no sin amabilidad -Tu carro ha llegado

Los ojos de Luis parpadean y entiende. Abandonarse a sí mismo para morir no corregirá sus errores, no aliviará la culpa del sobreviviente. Solo avanzar puede hacer eso.

-Ay, qué amables de su parte llevarnos a mí y a la princesa Dulcinea a casa- Luis se levanta, sacando con cuidado a Ashley para ser la primera en subí al helicóptero

Somos como uno - SerennedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora