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En una de las majestuosas torres del castillo una criada llevaba la comida que servirían a los príncipes, los guardias la dejaron pasar pues no era extraño para ellos que distintas chicas ingresaran.

—Mis príncipes...—Saludó con una reverencia.

Hasan la miró con una sonrisa, estaba hambriento mientras sus hermanos terminaban su partida de ajedrez, para ellos aquellos días no habían sido difíciles, hicieron un acuerdo con su abuela dónde estarían bajo su protección al igual que su madre y hermanas, para ellos era mejor estar tranquilos antes que gobernar a pesar de estar preparados para ello.

—Príncipe... Traigo un mensaje para usted.

La muchacha parecía nerviosa, miro a todo lados mientras trataba de hablar lo más bajo posible.

—¿Ah si? Y ¿Donde está la carta?

—No es una carta... Fui enviada por Nurten Kalfa, la criada personal de su madre... Quiere que sepan lo que está pasando afuera, lo que le han hecho a la sultana.

Entonces su semblante cambió, su apetito desapareció y su preocupación creció.

—¿Qué le han hecho a mi madre?—Exigió saber.

La fémina observó a los príncipes más jóvenes, con pasos sutiles acercó su boca al oído del joven y entonces susurró, susurró aquellas palabras que iniciarían la guerra, Hasan pudo sentir cada centímetro de su piel tensar a cada palabra que la criada pronunciaba tan frívolamente que por un segundo creyó estar dentro de un sueño, una pesadilla.

—Con su permiso.

Entonces se marchó, Hasan estalló en rabia e ira, gritó, lanzó todo lo que tenía al alcance y arremetió contra la puerta que los mantenían cautivos, lo que habían hecho era imperdonable.

El príncipe Heredero estaba por mostrar su verdadero rostro.

—Felicidades Semsperi, estás embarazada.—Habló la madre sultana.—Haz sido bendecida.

—Esto no es una bendición.—Gruñó mientras separaba su rostro de la vasija donde había vomitado.—Este bebé que llevo en mi vientre será despreciado por todo el mundo, nadie lo reconocerá como un príncipe... Este niño es una aberración.

—Cuida tus palabras Semsperi, la vida de tus hijos está en tus propias manos... Se buena y permitiré que vivan, haces algo mal y enviaré a mis verdugos por ellos.

Semsperi se veía pálida desde hace días, su mirada yacía perdida en el techo de sus aposentos mientras los dedos de una Doctora recorrían su abultado vientre.

—No hay nada malo con el embarazo.—Aseguró.—Será un bebé muy sano y con la bendición de Allah nacerá pronto.

No recordaba ya cuantas noches había sido tomada por el sultán, profanada y humillada sin poder objetar, su voz solo era escuchada por Ibrahim cuando está le suplicaba detenerse.

—Pueden retirarse.—Habló sin ánimos.

Ahora estaba sola, completamente sola., Sus fieles criadas entre ellas Nurten y Yasemin habían sido casadas para acabar con su influencia en el harem.

Poco es el conocimiento de la vida de las hijas de la pobre sultana, se sabe que la mayor fue prometida a uno de los pashas más cercanos a su abuela a corta edad, se casaría tan pronto como fuera considera una mujer, mientras Mahpeyker al cumplir su primer año fue separada de su madre y después su nombre no fue pronunciado por nadie en el castillo, todo apuntaba a que había fallecido a corta edad pero la razón es desconocida hasta la fecha.

Pasaba cautiva en su habitación y aunque nadie evitaba que saliera, ella no quería pues le daba vergüenza, odiaba aquel ser que crecía dentro de ella.

—Sultana.—Una joven del harem ingresó.

—Vete, no quiero a nadie aquí.—Habló de mala gana.

—Mi sultana, los príncipes...

Entonces se preocupó, se acercó a la muchacha con su respiración acelerada, temía lo que podría salir de su boca.

—El príncipe Hasan junto a sus hermanos han escapado de la torre, han preparado a sus aliados para tomar el trono.

El príncipe más querido por el pueblo finalmente había aceptado su derecho de sucesión, el haría lo que sea por vengar a su madre.

La favorita del Sultán | Murad IV.Where stories live. Discover now